martes, 3 de febrero de 2009

EL PORNO DE LA POBREZA: Slumdog Millionaire


Activistas y residentes de Bombay se manifiestan contra 'Slumdog Millionaire' por dar "una imagen equivocada de los suburbios".

No importa que Danny Boyle se haya comprometido a emplear una “parte significativa” de los beneficios de su último film, Slumdog Millionaire a ayudar a los desfavorecidos que habitan los inmensos suburbios de Bombay. Tampoco es que importe mucho que estos suburbios –fuera eufemismos: chabolas– acumulen el 60 por ciento de la población de la capital financiera de India. O que registren más de 20.000 crímenes violentos al año. O que sólo tengan un, repito, UN retrete por cada 1.040 habitantes.

El pasado 25 de enero, centenares de personas se concentraban en un cine de Patna donde se proyectaba la cinta ganadora de un Globo de Oro –y por ahora gran candidata al Oscar– donde destruyeron ventanas, arrancaron pósters y causaron daños de diversa consideración, en protesta sobre todo por el título del film, en particular la parte de Slumdog (la traducción literal es “perro de barriada”).

Estas críticas al título se insertan dentro de una serie de comentarios más generales sobre si el film es “porno de pobres”, como escribía la columnista del diario ‘The Times’, Alice Myles. “El film se regocija en la violencia, en la degradación y te invita a ti, occidental, a disfrutarlo”, declaró la columnista. A sus críticas se sumó el productor de cine indio Arindam Chaudhuri, quien consideró en su blog que Slumdog no es más que “un compendio de toda la basura acumulada de cada esquina y apilada para intentar rechazar el poder de crecimiento del país. Y los premios son casi un esfuerzo sádico para decirle al mundo: “Mirad, sabíamos que esto era india, y ésta es la gente a la que le estamos dando vuestros trabajos”.

“El film carece de la sinceridad y honestidad de películas como La Ciudad de la Alegría…es un conjunto de clichés ilógicos y diálogo desconcertante”, prosigue Chaudhuri, quien aseguró que los premios “aplauden a un film que se burla y ridiculiza la idea de India, comprimiendo su identidad dentro de una camisa de fuerza marcada por la pobreza depravada”.

Y los golpes siguen cayendo. “No se trata sólo de una falta de respeto a los millones de pobres indios que no han tenido otra opción más que vivir en estos barrios, sino también contra los indios en general”, declaró el secretario general de Samity (una organización de personas sin hogar), Tapeswar Vishwakarma.

También hoy, docenas de residentes de uno de los suburbios en los que se rodó el film, han vuelto a criticar la temática del film. “Se burla de nosotros, ha herido nuestros sentimientos. Los residentes de las barriadas son seres humanos, no perros”, indicó el líder de la protesta, N.R. Paul.

El contexto lo proporciona el activista social Nicolas Almeida, quien recuerda que “cuando los británicos dominaban India, llamaban “perros” a los indios. ¿Por qué queremos llamar “perros” a esos pobres niños, 60 años después de que conseguimos la independencia?”, se preguntó Almeida, cuya credibilidad desapareció en el horizonte tras anunciar que había nombrado a una camada de perros callejeros con el nombre del director, actores, y productores implicados en el film. Eso es. En este momento, un perro llamado Danny Boyle vaga a sus anchas por los suburbios de Bombay.

Hay que destacar que tanto Boyle como el productor del film, Christian Colson, han rechazadocategóricamente que los niños protagonistas del film hayan sido objeto de una explotación salarial. “Se les ha pagado tres veces el salario anual de un adulto por un mes de trabajo”. Además, indicaron que “se les ha añadido una suma adicional de la que podrán disponer cuando lleguen a los 18 años y completen sus estudios, es como una zanahoria que les anima a quedarse en la escuela”, declaró el productor, que no precisó si el dinero recibido por los actores se corresponde con el salario medio de la población del país, donde un 80 por ciento de la población subsiste con 2 dólares y medio al día.

PD: Como respuesta, me gusta mucho la que proporciona Matthias Williams en su blog de Reuters. “Quizás la cuestión debería ser ‘¿Acaso la fascinación morbosa con el sufrimiento ajeno ha encontrado un sitio en el arte?’”, se pregunta, mencionando el caso de films como El Odio o Ciudad de Dios. Sobre la película de Fernando Meirelles y Katja Lund: “¿Debería de haber pedido disculpas por haberse rodado en los suburbios de Rio de Janeiro, en lugar de haber elogiado la creciente importancia de Brasil en el panorama mundial?”.

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