Tomado de eichikawa.com/ escrito por Emilio Ichikawa
Para Lauzán y Elena Tamargo,
qaue aman la risa y la calle
Y sin embargo, Pánfilo da la oportunidad de pensar ciertas cosas. A esta altura del juego, he podido vivir en ciudades nevadas, he comido solo vegetales por temporadas, he dejado al lado el español y… Nada, no me sale el sistema filosófico por ningún lado. De hecho, formalmente hablando, cada día me siento más cerca del haiku que del tratado. Así que es falso lo que decían Figueras, Mañach y tanta gente: ni es la dieta cargada de cerdo, ni el calor, ni el idioma, lo que ha empantanado el pensamiento filosófico cubano.
No es lo anterior lo que infertiliza el pensar sistémico de un cubano; lógica y formalmente hablando. Al menos de este cubano. Yo creo que lo que más perjudica la existencia de una filosofía cubana, y hablo de una situación heredada cuyo origen desconozco (aunque me puedo inventar), es la falta de prestigio social que tiene esa disciplina. Considero que si en lugar de filosofar un cubano tiene talento para jugar pelota, hacer política (es casi lo mismo) o cultivar alguna otra rama del saber, debería hacerlo. Nuestros filósofos valen muy poco.
Las mentes filosóficamente más dispuestas que yo conocí en la Facultad de Filosofía de la Universidad de La Habana se han dedicado a hacer otra cosa. Y lo celebro. Rafael Rojas decidió dejar el oficio y se hizo historiador, igual que Marial Iglesias y María del Pilar Díaz Castallón. Jorge de la Fuente se hizo un exitoso empresario y Jorge Núñez Jover un ejecutido de la Educación Superior. En cuanto le dieron una oportunidad Velia Cecilia Bobes ostentó su condición de socióloga y Arnaldo Fernández de abogado. Etc. Yo justifico y pregunto: ¿Y cómo cree usted que se puede hacer filosofía en Cuba cuando uno ha estado madrugadas enteras escribiendo y pensando, dejando de lado otros placeres, y se aparece el cabrón de Pánfilo y en tremenda nota, como un genio ingenuo (a lo Schiller) le espanta en la cara el más grande dictum (filosofema) de la historia intelectual cubana; “!Aquí lo que falta e´ jama!”.
Lo que quiero decir es que frente a ese hecho, muertos de envidia como Sócrates ante Protágoras por el amor de Cratilo, la filosofía cubana, desde José Agustín Caballero hasta Cintio Vitier, han hecho un par de cosas:
1-Obvian a un tipo como Pánfilo, lo niegan.
2-Toman nota de su existencia, pero deseándolo cambiar. Es decir, queriendo enseñarlo a pensar (primero o después, da igual), a ser ilustrado, moderno, revolucionario, etc.
Yo creo que el único chance que tiene la filosofía cubana, si acaso, es expresar la “condición pánfila” y, si decide meterse en rollos axiológicas, edificar una apología. Un elogio de esa gente que la élite intelectual siempre está dispuesta a negar aunque se divierta con ella.
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