viernes, 17 de octubre de 2008

BREVES ESTACIONES PARA HÉCTOR VEITÍA

Foto de Héctor Veitía


Un nuevo espacio para la creación cinematográfica nacional ha abierto sus puertas en el Canal Habana. Justamente, el pasado domingo 14 de septiembre, Breves estaciones –que es el nombre del programa– dedicó su edición a la obra del cineasta Héctor Veitía, autor de un número considerable de importantes cortos documentales. 

Vale la pena celebrar no sólo la idea de difundir, de modo sistemático y hasta docente, lo mejor de los documentales cubanos a través de sus múltiples facetas y de las distintas generaciones que los han producido.

Héctor Veitía es uno de esos nombres que junto a Oscar Valdés, Sara Gómez Yera y Bernabé Hernández, entre otros, atesoraron un cúmulo de testimonios e imágenes sobre costumbres, sobre esos hechos cotidianos que forman un imaginario de donde brota el genio de nuestra identidad. 

Muy inclinada su obra hacia clásicos de nuestra literatura del siglo pasado (Nicolás Guillén, Alejo Carpentier), Veitía ha sabido crear una expresión cinematográfica que aúna el testimonio real, o histórico, abordándolo desde una mirada eminentemente artística. Breves estaciones escogió para esta oferta uno de sus cortometrajes dedicado a una intervención especial del autor de El reino de este mundo (1949) sobre La Habana así como esa joya del género titulada La herrería de Sirique,(1966)1. Dedicada a aquella célebre peña de la Esquina de Tejas, nos sumerge en el recuerdo de los más puros intérpretes de la Vieja Trova de aquellos tiempos inolvidables.

Por cierto que no considero apasionada la siguiente afirmación: La herrería de Sirique y Nosotros, la música, de Rogelio París, conforman un clásico de dos cabezas, es decir, un díptico único, el más audaz y profundo que le haya dedicado el cine a las manifestaciones de nuestra música popular en fecha tan temprana como la década de los sesenta.

Una cámara firme, en manos de Mario García Joya y Marucha, que se asienta también sobre una galería de fotos fijas también de estos autores, registra la afición y el disfrute de los asistentes escuchando cantar a María Granados –acompañada aquí por el legendario Nené Enrizo y su nieto– una desconocida e insólita canción del viejo Rosendo Ruiz y disfrutando, al compás de un son que interpreta el conjunto Guarina, la magia de una pareja de baile improvisando y expresando la gracia innata de nuestros ritmos. 

No por azar, Veitía ha cultivado la fotografía como gran artista del lente que es. En una breve entrevista para el programa, Veitía declaraba su presencia asidua por aquella herrería por donde desfilaban todos los grandes: desde Sindo Garay hasta los más jóvenes. 

Lo importante era la atmósfera lograda en aquel público fiel y al mismo tiempo renovador. La escondida poesía de los barrios aparece en la secuencia final del documental cuando Sirique, el más sencillo anfitrión, recoge objetos rodeado de sillas vacías que hablan el más legítimo lenguaje de lo cubano.
La Habana, 14 de septiembre, 2008

El documental La herrería de Sirique contó con la dirección de Héctor Veitía y la fotografía de Mario García Joya y Marucha. La edición estuvo a cargo de Roberto Bravo y el sonido de Germinal Hernández

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