viernes, 13 de marzo de 2009

CUANDO LA AUTÉNTICIDAD ES MÁS RELEVANTE QUE EL CINE

He visto LOS DIOSES ROTOS
Estoy gratamente impresionada. 

No es una película acabada ni creo que será lo mejor que haga Daranas. Pero creo que esto no es lo más importante.

Me siento incapaz de reparar en el significado de todas las metáforas que encontré, como esa del inicio donde el Alma Mater de mi Universidad de la Habana se funde con el altar de la Virgen de las Mercedes. Creo que por ahí esta el dilema más interesante... pero me niego a pensar ahora por qué.

Sí me gustó mucho ver y confirmar que el personaje de Mario Limonta en De Cierta Manera ha sido un personaje que ha atravesado todo el cine, e incluso el teatro cubano que se ha hecho  sobre eso que alguien acuñó alguna vez como la marginalidad.

Esto además, me dice que el trasfondo del tema,  aún no se ha develado lo suficiente para dejar descansar a sus personajes. 

Lo cierto es que incluso, a nivel individual todos luchamos desesperadamente por no ser marginales para no sentirnos marginados; pero nadie sabe explicar en donde están los margenes?, quién los ha definido? y para qué hizo falta que nos creyéramos que entre 7ma y 84 y San Isidro hay un abismo cultural y cívico. 
Total, que al final a los dos puntos les queda muy cerca el mar, porque a fin de cuentas vivimos en los margenes de una isla.

Y por supuesto que el tema de los Dioses Rotos no es, ni  las implicaciones de la transgresión de ciertos limites, ni los negros, ni los chulos(as) y prostitutas, ni mulatas enamoradas y entregadas a unos blancos que dicen sentir que las quieren, pero que el fondo, como le dijo Mario Balmaseda a Yolanda Cuellar en ese escena increíble de De Cierta Manera en el Hotel Vedado: TENGO UN MIEDO DEL CARAJO¡.
 
No creo que sea tampoco una película sobre  valores o sobre la hombría, el machismo o incluso el valor de la cultura popular tradicional y su necesidad de que sea reinvidicada.

Es que incluso no es un filme que intente reivindicar nada.

Es,  sin embargo, -y yo diría que por fin-, una peli cubana que va abriendo a golpe de cincel una herida que se permite reconocer y reconocernos, sí y solo sí, logramos ser honestos con lo que Daranas nos está tirando en cara.

Me he sentido muy cuestionada y expuesta. 

A Cuba le hace falta esto... que por fin todos nos quitemos la armadura social y como Yarini en su tiempo, intentemos asumir con decencia y consecuencia lo que mejor sabemos hacer.

jueves, 12 de marzo de 2009

Duplicity- Trailer

Julia Roberts y Clive Owen volverán a verse las caras tras compartir pantalla, matrimonio e infidelidades en “Closer”, la película que le valió una nominación al Oscar® al segundo. 

El reencuentro tendrá lugar en el nuevo largometraje de Tony Gilroy, guionista de la saga de Bourne y director de la prometedora “Michael Clayton”, una cinta sobre la que os hablábamos días atrás y que llegará a las salas españolas el 16 de noviembre. Según informa Variety.com, su siguiente trabajo será otro drama con tintes de thriller que llevará por título “Duplicity” y esta financiado por Universal Pictures.

En esta ocasión, Owen y Roberts interpretarán a dos antiguos amantes que, por circunstancias de la vida, terminan trabajando como espías industriales en bandos contrarios. Ambos unirán fuerzas para perpetrar una sofisticada estafa a sus respectivas compañías y robar un valioso producto. 

Todo apunta, pues, a que la historia seguirá una línea bastante similar a la del mencionado film protagonizado por George Clooney, mezclando el entretenimiento con la denuncia de ciertas prácticas empresariales. 

lunes, 9 de marzo de 2009

LA TEORÍA DEL ENEMIGO CERCANO

Por TIMOTHY NOAH* (SLATE)

Este reportaje de investigación es el segundo de una serie de ocho donde se analiza por qué no ha habido otros ataques terroristas a Estados Unidos tras el 11-S. (Lee la introducción de Slate a esta serie)

Que Al Qaeda quiere perjudicar a Estados Unidos está fuera de toda duda. Así lo manifestó el grupo terrorista, de palabra y de obra, bastante antes del 11-S. En 2004, Osama Bin Laden se vanagloriaba en un vídeo de que Al Qaeda "haría derramar sangre profusamente a Norteamérica y la llevaría a la ruina total", tanto como sus compañeros yihadistas y él habían hecho correr la sangre en la antigua Unión Soviética en 1980, al combatir a las tropas rusas en Afganistán. En realidad, Bin Laden y los combatientes extranjeros que lideró en Afganistán desempeñaron un papel secundario en la expulsión soviética —el verdadero mérito es atribuible a los muyahidines locales (financiados por la CIA)— y la fallida intervención militar soviética fue tan sólo uno entre los múltiples factores que precipitaron el desmembramiento de la antigua URSS. Aun así, demos por sentado que Al Qaeda pretende causar serios daños a Estados Unidos y que ya se las ha arreglado para provocarle considerables penurias. ¿Es éste un fin en sí mismo?

Por supuesto que no. Al Qaeda quiere desangrar y llevar a la ruina total a Estados Unidos no porque codicie el territorio que se extiende entre Canadá y México sino porqueconsidera un ultraje la influencia estadounidense en el mundo musulmán. Podemos discutir sobre hasta qué punto dicha influencia se ejerce en aras del progreso (secularización, estado de derecho, democracia) o el interés propio (petróleo barato, estabilidad geopolítica y desarrollo de mercados para productos y servicios occidentales). Para Al Qaeda, apenas importa. El llamado 'progreso' y el fomento de los intereses norteamericanos son igualmente indeseables en tanto que dificultan el objetivo sagrado de Al Qaeda de restablecer el califato de 1.000 años.

En el reportaje anterior, 'La teoría de la necedad de los terroristas', vimos cómo Thomas Schelling, Marc Sageman y Max Abrahms sostenían que los terroristas apenas piensan en términos estratégicos o directamente no lo hacen en absoluto. Si éste es el caso, entonces Al Qaeda ataca a Estados Unidos puesto que está ahí. Pero si los terroristas fueran pensadores estratégicos, entonces el objetivo inmediato de Al Qaeda consistiría lógicamente en comenzar a erigir ese califato promoviendo la creación de regímenes yihadistas en aquellas tierras que una vez fueron conquistadas por el profeta Mahoma y sus sucesores. Siguiendo esta línea de pensamiento, la necesidad de atentar contra Estados Unidos variaría en función de cuán firmemente contuviera Estados Unidos la escalada yihadista en Oriente Medio, Asia Meridional y Norte de África.

Por el momento, Estados Unidos no puede ejercer demasiada fuerza de contención en Pakistán o Afganistán, dos lugares donde Al Qaeda ha mantenido su presencia durante mucho tiempo. Por lo tanto, tendría sentido para Al Qaeda concentrar sus recursos allí. Pakistán es un trofeo especial, puesto que posee armas nucleares; Bruce Riedel, antiguo alto funcionario de la CIA y actualmente investigador en la Institución Brookings, lo denomina "el país más peligroso del mundo en la actualidad". Dos decisiones recientes de las autoridades pakistaníes han provocado especial alarma: un acuerdo con un grupo yihadista talibán clave para imponer la ley islámica (sharia) en el valle del Swat, ubicado a unos 160 kilómetros de Islamabad, la capital de Pakistán; y el levantamiento del arresto domiciliario a Abdul Qadeer Khanand, el científico que vendió secretos nucleares a Corea del Norte, Irán y Libia. En Afganistán, el resurgimiento talibán permanece firmemente ligado a Al Qaeda, y, en 2005, comenzó a adoptar la táctica de atentados suicida con bomba de este grupo. Tanto la formación liderada por Bin Laden como los talibanes estuvieron implicados en el asesinato en 2007 de la anterior primera ministra de Pakistán Benazir Bhutto y hay indicios de que también colaboraron en un intento fallido de asesinar al presidente de Afganistán Hamid Karzai, en abril de 2008.

Los yihadistas hablan del 'enemigo cercano' (regímenes apóstatas por todo Oriente Próximo) y del'enemigo lejano' (Estados Unidos y el resto de Occidente). El hombre a quien se reconoce haber acuñado el término, Mohamed Abd al-Salam Faraj, lo hizo en gran medida para poner énfasis en el hecho de queera mucho más importante atacar al enemigo cercano, un principio que defendió organizando en 1981 el asesinato del presidente egipcio Anwar el Sadat (el Gobierno egipcio aseveró el mismo principio con la ejecución de Faraj). En 1993, una organización terrorista egipcia denominada Al-Gama’a Al-Islamiyya ('el grupo islámico'), que tenía amplios lazos con Al Qaeda, rompió con la estrategia del 'enemigo cercano' y bombardeó el World Trade Center. Por su parte, Al Qaeda siguió su ejemplo en 1996 y volvió formalmente su atención hacia el enemigo lejano. Pero, según Fawaz A. Gerges, profesor de Relaciones Internacionales y de Oriente Próximo en la Universidad Sarah Lawrence de Nueva York y autor del libro 'The Far Enemy: Why Jihad Went Global' ('El enemigo lejano: por qué la yihad se globalizó'), otros grupos yihadistas repartidos por el mundo nunca creyeron realmente en este cambio de prioridades. Incluso Al-Gama'a Al-Islamiyya había declarado a finales de 1999 un alto el fuego, una medida que indignó a su líder espiritual preso, Omar Abdel Rahman ('el jeque ciego') y provocó la escisión del grupo. Con los atentados del 11-S, Bin Laden confió en congregar en la batalla contra el enemigo lejano a yihadistas ajenos a la órbita de Al Qaeda. En su lugar, los espantó. Al Qaeda constituye hoy en día el único grupo terrorista extranjero del que tengamos noticia con un interés manifiesto y declarado en atacar a Estados Unidos. Por eso cualquier discusión —incluida ésta— acerca de la probabilidad de que Estados Unidos sufra otro 11-S se centra indefectiblemente sólo en Al Qaeda (en el próximo reportaje explicaré por qué se considera remota la posibilidad de que un grupo 'local' perpetre otro 11-S). Si Al Qaeda no está centrada actualmente en atentar contra Estados Unidos, no hay razones para pensar que alguien lo esté.

Sitúo la teoría del enemigo cercano un paso hacia adelante en el espectro de preocupación con respecto a la teoría de la necedad de los terroristas, puesto que, incluso aunque Al Qaeda esté en estos momentos centrada en las oportunidades de su entorno más próximo, esto no necesariamente le impide dedicar 'algunos' recursos a atacar a Estados Unidos. Los atentados del 11-S llevaron a Estados Unidos a invadir Afganistán e Irak, y esta ocupación estadounidense puso al mundo musulmán en contra de Estados Unidos. En Pakistán, el porcentaje de población con opiniones favorables sobre Estados Unidos (23%) cayó en más de la mitad (hasta el 10%) entre 1999 y 2002, de acuerdo con el Pew Global Attitudes Project (PGAP). Desde entonces, ha vuelto a ascender a un 19%. Fuera en la medida que fuera en que un nuevo atentado de Al Qaeda en Estados Unidos provocara más intervención militar estadounidense en el mundo musulmán,la opinión de Pakistán sobre Estados Unidos fácilmente empeoraría una vez más. Al Qaeda podría contemplar esa probabilidad como una valiosa herramienta en su lucha contra el 'enemigo cercano'. Sin dejar de tenerlo en cuenta, sin embargo, Al Qaeda puede haber ponderado dónde las tropas estadounidenses seguramente entrarían a raudales: en Pakistán y Afganistán. Ese sería un revés probable en su lucha contra el 'enemigo cercano'.