viernes, 21 de noviembre de 2008

LA MODA DE LA POLÍTICA Y SU ORIGEN CUBANO


Narciso Rodríguez, el diseñador que creó el vestido de Michelle Obama

De origen cubano, el diseñador estadounidense se crió en Nueva Jersey y trabajó para Anne Klein, Calvin Klein y Cerruti.

Fue en 1996 cuando su nombre saltó a la fama tras conocerse que fue el diseñador del refinado vestido con el que Carolyn Bessette (una de sus íntimas amigas) se había casado con John Kennedy Jr. El boca a boca hizo el resto. Las celebrities comenzaron a pedir sus trajes, con latinas como Salma Hayek, Jessica Alba y Eva Mendes a la cabeza, y Sarah Jessica Parker, Claire Danes o Rachel Weisz detrás. Su estilo -de líneas simples, discreto y de buen corte- es admirado y aplaudido en lugares tan disímiles como Norteamérica, Europa, Asia y Brasil.

En 1998, y durante algunas temporadas, le aportó su visión a la colección prêt-à-porter de Loewe en Europa. Sin embargo, empecinado en sacar su marca adelante, decidió volver a Nueva York y consolidarse. Allí recibió un apoyo importante. En un movimiento estratégico ideal, en 2007 se asoció con la firma inversora Liz Clairbone Inc. y mantuvo su autonomía como director creativo. "¿Mi consejo para los diseñadores que vienen? Creo que el negocio de la moda hoy se ha vuelto tan dificultoso que necesitás tener un buen socio para tener éxito y para mantenerte enfocado en lo importante: diseñar", destaca.

"Ideo para hombres y para mujeres y, al hacerlo, me inspiro en las dualidades presentes en ambos: la fuerza y vulnerabilidad, la crudeza y el refinamiento, la simplicidad y la complejidad", enumera el diseñador.

Ahora de nuevo y tras lucir Michelle Obama en la misma noche en que fue declarado su marido nuevo presidente de los EEUU su nombre vuelve a sonar con mucha fuerza y todo indica que será uno de los diseñadores que impondrán su estilo en esta nueva América.

Y es que su propia filosofía sobre el glamour se identifica con las nuevas propuestas que han llevado a Obama a la Casa Blanca. Para Rodríguez, el glamour no lo aporta un diseñador o el lujo sino en la propia capacidad de la mujer para sentirse bien. "Cuando una mujer se ve bien y se siente bien, ahí es cuando se ve más fuerte y con más autoconfianza. ¡Y eso es justamente de lo que se trata el glamour!", remata Rodríguez.


LA FUERZA DEL ARTE CONTEMPORÁNEO

Por Souren Melikian 
Del International Herald Tribune - NY, 2008 /  Tomado de adn cultura 
La semana en la que Sotheby´s y Christie´s vendieron arte contemporáneo por valor de más de 238 millones de dólares en dos sesiones, cuando la economía global parecía en irrevocable crisis, será recordada por todos aquellos que tienen intereses en el mercado del arte. Nunca ha sido más flagrante la divergencia entre la economía en general y el mundo de las subastas. Es cierto que hubo momentos más gloriosos en el pasado reciente. En mayo, las ventas de ambas firmas sumadas alcanzaron los 710 millones de dólares, una cifra sustancialmente mayor que la recaudada la semana pasada. Pero tradicionalmente el arte se considera un lujo prescindible y, dentro de esa categoría, el arte contemporáneo se considera un campo de mayor riesgo que el resto. 

Cuando empezó la subasta de Sotheby´s, el martes 11, había inquietud en la sala. Tal vez todos estuvieran pensando en el Dow Jones, que había caído un cinco por ciento ese mismo día. La subasta era conducida por Tobías Meyer, director internacional del departamento de arte contemporáneo de Sotheby´s. El primer lote, un mapa mundial de colores brillantes sobre tela bordada en Kabul sobre un diseño supervisado por Alighiero Boetti, se vendió bien, en 866.500 dólares, pero la construcción de yeso y acero hecha en 2004 por Rachael Whiteread no tuvo siquiera una oferta. 

Después las cosas mejoraron. Nice´n Easy , de John Currin, fácilmente podría haber quedado sin vender. La imagen de una mujer desnuda, de pie y riéndose mientras acaricia a otra joven, parece una parodia de una de las escenas de Lucas Cranach de damas vestidas del Renacimiento. Pero se convirtió en la obra más cara del artista en una subasta, al venderse por 5,45 millones de dólares. Wishing Well , de Jeff Koons, otra obra paródica, fue la siguiente. El espejo en un pesado marco de madera dorada, una versión exagerada del rococó del siglo XVIII, fue producido en 1988. ¿Acaso el humor aliviaba el espíritu sombrío que predominaba esa noche? Aparentemente sí, ya que suscitó varias ofertas antes de alcanzar los 2,15 millones de dólares. Al día siguiente, en Christie´s, el Buster Keaton de Koons se vendería por 4,33 millones. 

En Sotheby´s, varias obras fueron para postores únicos. Por ejemplo Beggar´s Joy, una pintura expresionista abstracta de Philip Guston, fechada en 1954-55, fue para un admirador solitario que desembolsó 10.16 millones de dólares, estableciendo un récord de subasta para ese artista. La regla del postor único siguió vigente cuando se estableció un tercer récord internacional. Las tres placas metálicas verticales de Richard Serra que forman parte de una serie denominada Props consiguieron 1,65 millones de dólares. 

En la conferencia de prensa, los directivos de Sotheby´s no se manifestaron con su acostumbrado entusiasmo. Alguien comentó que el total obtenido esa noche, un poco más de 125 millones de dólares, era casi el mismo que en noviembre de 2006. Fueron demasiado modestos, pero no hubieran podido expresar en público el verdadero logro de ese día: que el arte contemporáneo había conseguido evitar el colapso que muchos temían. Y que había logrado precios enormes, aunque fueran entre un 40 y un 50 % más bajos que los de las subastas de la primavera boreal. 

La subasta de Christie´s, un día después, proporcionó pruebas definitivas del asombroso vigor del mercado de arte en medio de la adversidad económica global. El total, 113,62 millones de dólares, fue un 10% inferior al de Sotheby´s debido a que un peso pesado, Study for a Self-Portrait , de Francis Bacon, de un valor estimado entre los 30 y los 35 millones de dólares, no fue adquirido. La extravagante estimación establecida con anterioridad a la tempestad financiera evidentemente no había sido corregida, y actuó como elemento de disuasión. 

Lo que diferenció la sesión de Christie´s de la de Sotheby´s fue la atmósfera. Conducida por Christopher Burge, la subasta despegó rápidamente. Study for Great American Nude #20 , de Tom Wesselmann, un pastel de gran tamaño, sorpresivamente llegó a 986.500 dólares, una suma impresionante para una obra sobre papel. Sólo uno de los primeros 10 lotes quedó sin vender, en tanto hubo intensa competencia para la adquisición de las otras obras. 

Abstract Picture , una obra de Gerhard Richter de 1989, provocó un estallido de entusiasmo inigualado en esa semana. Una prolongada competencia de postores elevó su precio a los 14,86 millones de dólares. Uno de los cuadros estilo comic de Jean-Michel Basquiat, Untitled (Boxer)provocó un entusiasmo similar y llegó a los 13,52 millones de dólares. Fue seguido por una de las composiciones abstractas decorativas de Yayoi Kusama, (N° 2) , pintada en 1959. La obra estableció un récord mundial para la artista en la asombrosa suma de 5,79 millones de dólares. 

Yves Klein alcanzó los 2,77 millones de dólares -un día después de vender en Sotheby´s su obraArchisponge por 21,36 millones- y un móvil de Alexander Calder, Ostrich , se vendió por 1,76 millones, casi el doble de su estimación superior, en el momento en que, de repente, naufragó la feliz atmósfera que reinaba en la sala. 

Un Lucio Fontana, bastante atípico, no cosechó ofertas. Y se produjo un verdadero shock cuando el Bacon no se vendió. Eso cortó el ritmo. De los 10 lotes siguientes, siete quedaron sin vender, como si la concurrencia se hubiera paralizado. Aún así, transmitió un mensaje inequívoco: el mercado del arte contemporáneo había resistido. 

[Traducción: Mirta Rosenberg] 

miércoles, 19 de noviembre de 2008

EL GABINETE DE LOS GENIOS

Por JACOB WEISBERG (SLATE)

Por supuesto, la brillantez ha sido en ocasiones un criterio válido para los nombramientos del Presidente, pero rara vez el principal: suele quedar relegado frente a la recompensa a amigosy partidarios, el juego político parlamentario, la búsqueda de la diversidad y los gestos para contentar a la industria y los grupos de interés. Los presidentes también se sienten obligados a no abusar del reciclaje, y confieren un gran valor a la lealtad personal.

Obama no puede eludir tales consideraciones, claro está. Tiene que cultivar sus relaciones con el legislativo, evitar en lo posible los aliados embarazosos, y apoyarse en gente de su confianza. Al presidente 'No Drama' no le conviene un gabinete lleno de divos indisciplinados. Pero Obama sería coherente concediendo al talento intelectual y el conocimiento especializado un mayor peso que sus predecesores recientes, debido tanto a la gravedad de los problemas que debe afrontar como a su propio estilo sesudo y resolutivo. Bush, cuyo ego se veía amenazado por el mínimo destello de excelencia en su entorno, politizó por completo la acción gubernamental y la centralizó en la Casa Blanca. Obama, afortunadamente, tiende a lo contrario. Se muestra seguro de sí mismo en el plano intelectual, disfruta con el debate ideológico, y es más proclive al pragmatismo que al partidismo. Está capacitado para dirigir un "equipo de rivales" a lo Lincoln, o apoyarse en un 'brain trust' (consejo asesor de sabios) al estilo de Franklin D. Roosevelt.

El dilema empieza en el Departamento del Tesoro [Ministerio de Hacienda], donde la mejor opción sería el antiguo Secretario (Ministro) del Tesoro, Lawrence Summers. Summers es un sobresaliente experto en economía internacional de su generación, cuya brillantez se percibe de inmediato en cualquier conversación. Coincidí con él por casualidad en una cena en Nueva York un par de días después de que se permitiera el colapso de Lehman Bros. Summers analizó la situación, considerando que se había convertido de repente en algo mucho más peligroso, con una claridad que no he vuelto a ver en nadie desde entonces. Explicó que era al tiempo una crisis de liquidez, solvencia y confianza, y que el Gobierno acabaría viéndose obligado a inyectar capital a las instituciones financieras, sin limitarse simplemente a comprar activos en situación crítica. El Secretario del Tesoro, Hank Paulson, necesitó tres semanas más, una derrota en el Congreso y un empujón de Gordon Brown para vislumbrar una conclusión semejante.

Summers también puede ser arrogante y políticamente incorrecto. A veces no logra ocultar su desprecio por los intelectos menos dotados, y le encanta hacerse el provocador intelectual. Socialmente, puede ser un poco autista. Pero estos defectos de una mente superior son un precio muy bajo a pagar por la persona seguramente más capacitada paramaximizar nuestras posibilidades de evitar una depresión a escala global. Decir que Summers es el más indicado para el puesto de Secretario del Tesoro no equivale a menoscabar a otros candidatos frecuentemente mencionados, como el Presidente de la Reserva Federal de Nueva York, Timothy Geithner, y el Gobernador de Nueva Jersey, Jon Corzine, ambos muy cualificados. Sin embargo, lo primero que haría cualquiera de ellos, si resultase elegido, sería pedir consejo a Summers.

Algo parecido pasa en el Departamento de Estado (Ministerio de Asuntos Exteriores), donde el Gran Mencionador ha dejado caer una serie de nombres plausibles, incluidos los deHillary Clinton y John Kerry. Cualquiera de ellos sería una buena elección, si esto no significase pasar por alto a su mejor asesor en política exterior, Richard Holbrooke. Holbrooke conoce el terreno como nadie en el Partido Demócrata. Flexible y de mente ágil, domina todos los temas, conoce a todos los dirigentes, y tiene un acreditado historial de diplomático conciliador. En Dayton, acabó él solo con la guerra de Bosnia, con la mera fuerza de su carácter.

También Holbrooke tiene algunos defectos personales. Son legendarias su ambición y autopromoción infatigables. Decir que hay a quien le cae mal, sería plantear la cosa muy suavemente –es un tipo difícil-. Además, respaldó a Hillary Clinton en las primarias. Pero, como sucede con Summers, los defectos de Holbrooke son insignificantes en la coyuntura actual de imperiosa necesidad de reconstruir las relaciones internacionales, afrontar complejas amenazas a la seguridad y desarrollar una sólida visión liberal del papel de los Estados Unidos en el mundo. El presidente electo debería elegir a Holbrooke sencillamente porque es el mejor jugador disponible en este punto de inflexión histórico.

El principio de genialidad debería también aplicarse a carteras ministeriales de menor relevancia, para las que suenan repetidamente muchos nombres que carecen de brillo y sirven sólo para cubrir el expediente. Obama ha afirmado que la transición a las energías renovables es su segunda gran prioridad, tras el rescate de la economía. Entonces, ¿por qué no convencer al brillante y socialmente torpe Al Gore de que acepte el puesto de Secretario de Energía? Suceder al anónimo Samuel W. Bodman puede parecer una rebaja de categoría para el ex vicepresidente y premio Nobel, pero Gore tendría así la oportunidad de cumplir con la misión de su vida ocupándose del cambio climático. Si el Presidente quiere un jurista de primera clase que le ayude a purgar el Departamento de Justicia, sería un acierto garantizado escoger a su antiguo profesor de Derecho de HarvardLaurence Tribe, a su colega de la Universidad de Chicago Cass Sunstein, o a la profesora de Derecho de Standford Kathleen Sullivan. Para Educación, podría optar por Joel Klein, director del sistema educativo de la ciudad de Nueva York. Klein no se ha pasado la vida haciendo amigos, pero ha hecho reflexiones extraordinariamente lúcidas y comprometidas sobre la administración y la reforma educativas. O mejor todavía, ¿y si se le propone a Bill Gatesocuparse del problema?

Una de las tareas intangibles de Obama es acabar con el "antiintelectualismo" de los últimos ocho años, con el prejuicio de que el debate político serio es demasiado afectado para el Consejo de Ministros o el Despacho Oval de la Casa Blanca. Si de verdad quiere llevar el cambio a Washington, el nuevo presidente debería empezar por colocar un cartel en su ventana: Zopencos no.

*Artículo originalmente publicado en el medio digital estadounidense Slate

GLEXIS NOVOA: PROLEGOMENOS PARA UN MERCADO DEL ARTE CUBANO


Wynwood, callejón sin salida 

(tomado de Penúltimos Días)

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Las sombras chinescas de Glexis Novoa parecen haber sido marcadas en el muro de un urinario del mall. Arte parietal sobre piedra caliza y marmolina; materia miamense; materiales de una desaforada carrera constructivista. Sólo que ahora Glexis debe explicarse e incluir referencias obligatorias (una hoz y un martillo, un banderón fascista, una estatua caída), pues habla a un público de neófitos. La presencia de símbolos en su obra reciente evidencia el diletantismo de la nueva clientela. Cada signo sobra; cada guiño semiótico es un rechinante pleonasmo. Proporcionalmente, el valor iconoclasta decrece. El cirílico de sus primeros rótulos ya no produce aquí extrañamiento, y esto, debido a que el distrito artístico de Wynwood es aun más extraño y más artificial que un “Glexis”.

El artista recibiendo al público a las puertas de la galería es una imagen mucho más pavorosa, digamos, que sus propios jeroglíficos, aunque también, mucho más inteligible: es en calidad de artista “oficial” que el nuevo Glexis nos mete miedo. Dicho de otra manera: el capitalismo consiguió hacer de él lo que el castrismo nunca pudo lograr —Glexis es hoy la copia de un “Glexis”. Ahí está su arte, el arte de un “actor del arte”, de uno que escenifica su propia idea, o lo que Nietzsche (citando a Epicuro) llamaba unDyonisioskolax. (Pero, ¿no son todos y cada uno de los “ochentistas” que arribaron a Miami otros tantos Dyonisioskolakes, otros tantos artistas del doblaje?) Sólo Glexis trasciende la mera superficialidad para llegar a encarnarla en la piedra como el héroe penitenciario de un sistema de canteras y galerías. Si sus Rosettas hablan en sueco, no hay que olvidar que se trata de la traducción de un dialecto antiguo que ya desde Cuba buscaba no decir nada para mentarlo todo.

Es por eso que Glexis, al situarse del lado correcto de la idea política, es el único artista cubano de los 80 que logró hacerse asequible al mercado capitalista: el socialismo hardcorees transmutado exitosamente en totalitarismo light; y lo granítico del pasquín eslavo —la monumentalidad somática del “malentendido” castrense— en un fragmento de “mallentendido”. La metamorfosis de Glexis provee una lección de humildad para quienes intenten el desplazamiento ideológico.

Porque tal es el verdadero sentido de ese Quartier des Artistes donde la rezonificación ha decretado una serie infinita de galeras decoradas. Lo escenográfico de Wynwood, con sus plantas de asfalto y sus melancólicos talleres de chapistería, es la perfecta metáfora delsoviet recobrado. Y Glexis es el poeta que inscribe con la pistola de aerógrafo la piedra de Jaimanitas.

Lo terriblemente aséptico reaparece, dos galerías más abajo, en la obra reciente de Rubén Torres-Llorca. Su terminado clínico, o policlínico, torna las regularidades del papel periódico en un minucioso teselado de malas noticias. Sobre ese trasfondo, el cubano sitúa momentos estelares del cine muerto (Rubén arranca trozos de DVD como Glexis restalla pedazos de piedra), y Kim Novak cae en brazos de Jimmy Stewart, una y otra vez, antes de despeñarse desde lo alto del campanario. Si es verdad que, como señala John Mayhill, el formalismo, en su aspecto privado, es expresión del miedo, entonces estos son los últimos vértigos, los últimos coletazos del Terror castrista: dictados rotundos de la frialdad proselitista, afectados de un rigor mortis que proclama la muerte del tan cacareado “arte cubano de los 80” al que Wynwood sirve de perfecto callejón sin salida.

Néstor Díaz de Villegas
Los Angeles

martes, 18 de noviembre de 2008

MARCEL DUCHAMP: UNA OBRA QUE NO ES UNA OBRA "DE ARTE"

Por Elena Filipovic 
Para LA NACION 

Marcel Duchamp: una obra que no es una obra "de arte" toma su título de una pregunta que Duchamp escribió un día de 1913: "¿Puede uno hacer obras que no sean ‘de arte’?". Esta pregunta anunciaba un giro radical en la práctica de Duchamp, quien hasta ese momento había sido, ante todo, pintor. El interrogante señaló el comienzo de su rebelión frente a las ideas tradicionales acerca de qué es considerado obra de arte, y sentó las bases de una revolucionaria producción y reflexión que lo llevaría a ser el artista más influyente de los siglos XX y XXI. Su continua reformulación de la obra "de arte" es el núcleo de esta primera gran presentación de Duchamp en América Latina, en la que se exhiben más de 120 piezas en todos los soportes con los que el artista trabajó desde 1913 hasta el final de su vida. 

La exhibición comienza en el momento en que Duchamp formula su famosa pregunta, que coincide con el período en que empieza a concebir objetos readymade producidos en masa como potenciales obras de arte, por el simple hecho de ser elegidos por el artista (por ejemplo, un secador de botellas que compró en una ferretería). Este gesto inició una revolución en la historia del arte al rechazar la noción de que las obras debían ser piezas únicas y originales de pintura o escultura, cuidadosamente elaboradas para ser contempladas. 

Sin embargo, la invención del readymade no fue su único gesto innovador durante este período: entre otras actividades, inventó un nuevo sistema de medición y declaró que tal experimento era "arte"; creó múltiples copias fotográficas de sus apuntes; hizo uso del azar para componer música, y utilizó por primera vez la fotografía y la perspectiva para redefinir la pintura, todo entre 1913 y 1914. 

Con el correr de los años, Duchamp continuó con sus diversos experimentos, muchos de los cuales están representados en esta exhibición (en algunos casos, a través de estudios, réplicas o reconstrucciones). Las piezas están organizadas en grupos que acentúan las conexiones entre las aparentemente diversas preocupaciones en la obra de Duchamp, tales como los readymade, la óptica, la perspectiva, la transparencia, el azar, el humor, la reproducción, lo performático y lo erótico. 

La manera en la que están presentadas las obras seleccionadas, compuesta por líneas irregulares y sin seguir un camino en particular o un orden cronológico, destaca el modo en que las nociones tradicionales, tales como las de continuidad o "progreso" estético, no tienen mucho sentido en relación con la obra de Duchamp. Y en esta dirección, la exhibición señala la complejidad y la persistencia de un conjunto de ideas fundamentales en la obra de Duchamp, como también sus recursos para desafiar las bases mismas del arte, ya en ese entonces e incluso hoy. 

Marcel Duchamp: una obra que no es una obra "de arte" trae a América Latina varias obras excepcionales para un evento histórico, que se hizo posible gracias a la colaboración de los más importantes museos y colecciones privadas, entre los que se incluyen el Philadelphia Art Museum, el Moderna Museet de Estocolmo y el patrimonio de la sucesión Duchamp en Francia. 

La autora es curadora de la exhibición Marcel Duchamp: una obra que no es una obra "de arte" 

  • SUS COMIENZOS. "En Francia hay un viejo proverbio que dice: Más estúpido que un pintor. El pintor era considerado un estúpido, mientras que el poeta, el escritor, eran los inteligentes. Yo quería ser inteligente. Debía tener la idea de innovar. No tiene sentido hacer lo que tu padre ha hecho. No tiene sentido hacer otro Cézanne". 
    Fuente: A P’ART. Vade retro pintura!, "Marcel Duchamp et la peinture", sin fecha, pág. 3


  • RADYMADES. "Un readymade, es ante todo la palabra inventada para designar una obra de arte que no es tal. Dicho de otra manera, que no es hecha a mano. Hecha a mano por el artista. Es una obra de arte que se convierte en obra de arte por el hecho de que yo la declaro o el artista la declara obra de arte, sin que la mano del artista en cuestión intervenga de manera alguna en su factura". 
    Fuente: Changer de nom, simplement, entrevista con Marcel Duchamp a la Radio-Televisión canadiense, 1960, publicada en FIN, N°5, junio 2000, págs. 8-15.


  • LA IDEA. "El primero fue en 1913. Era una rueda de bicicleta. Una rueda común, una rueda de bicicleta sobre un banco. La movilidad, el movimiento de la rueda, sería como el fuego en una chimenea. Tiene la atracción de algo moviéndose en la habitación mientras se piensa en otra cosa. Mi única intención con esa máquina fue deshacerme de la apariencia de la obra de arte. Fue una fantasía. Yo no la llamaba «obra de arte». No la llamaba de ninguna manera. Quería terminar con las ganas de crear obras de arte. ¿Por qué las obras tenían que ser estáticas? La cosa –la rueda de bicicleta– llegó antes que la idea." 
    Fuente: Entrevista de George Heard Hamilton, en The Art Newspaper, Nº 15, febrero de 1992.


FICHA. Marcel Duchamp: una obra que no es una obra "de arte". Desde el sábado 22 de noviembre hasta el domingo 1º de febrero, en Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929). Horario: martes a domingo, de 11 a 19. Entrada: general, $ 10 / estudiantes, $ 6 / jubilados, $ 3.

NUESTRA CEGUERA BLANCA

 Por Yusimí Rodríguez desde la Habana 

De Alberto Guerra me habló por primera vez un amigo hace tres años. En su opinión era uno de nuestros narradores jóvenes más talentosos y yo no debía dejar de leer su libro Blasfemia del Escriba. Casi todos los cuentos incluidos en el volumen han sido premiados. Alberto es el único escritor cubano que ha obtenido el premio Gaceta de Cuba en dos ocasiones consecutivas. Su cuento Disparos en el aula aparece en la antología Cuentos históricos de la piedra del átomo, Editorial Pagina de Espuma, España, que incluye a escritores tan reconocidos como Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. Pero lo mejor, según mi amigo, es el hecho de que Alberto Guerra es negro.

En el momento me molestó la aclaración. En ocasiones he pensado que a algunas personas negras les gusta auto marginarse, se disgustan si los discriminan y si no lo hacen, también. Crecí con la idea de que vivo en una sociedad donde no se hace distinción entre las personas por su religión, el sexo o el color de la piel. Todos tenemos las mismas oportunidades, lo demuestra precisamente el hecho de que Alberto Guerra estudió una carrera universitaria y es un escritor reconocido. Pero quedan muchos que dicen: el negro para sobresalir tiene que ser mejor que el blanco, que ser blanco es una carrera, que seguimos siendo discriminados o como mínimo ignorados. Me alegró que Alberto Guerra no describiera a los personajes de la mayoría de sus cuentos, que además me parecieron excelentes. Tres de ellos fueron adaptados a para la televisión: Pequeñas maniobras, Disparos en el aula y Corazón partido bajo otra circunstancia. En los tres casos, los actores escogidos para dar vida a los personajes creados por Alberto fueron blancos.

Supongo que los directores de televisión conocían a Alberto Guerra antes de las filmaciones. Sin embargo ninguno pensó en actores negros. Nadie imaginó personas negras en esos roles. Ni siquiera yo, yo que había visto a Alberto antes de leer su libro, yo, que además soy negra. ¿Por qué no me pasó por la mente que el protagonista de Pequeñas maniobras fuera negro, o el profesor de Disparos en el aula, aún después de saber que Alberto impartió clases de Historia; o el narrador en Corazón partido bajo otra circunstancia, que también es un escritor? Me sentía avergonzada mientras él nos contaba en su taller literario cómo tuvo que negociar la presencia de actores negros en las adaptaciones de sus cuentos. 

Lo logró: En Pequeñas maniobras, que se desarrolla en una terminal de ómnibus, aparece un hombre negro con un portafolios, un loco y una recepcionista gorda y escandalosa. Los actores que encarnaron a los protagónicos eran blancos. Para que hubiese alumnos negros en Disparos en el aula, fue preciso que llevara integrantes de su taller literario. ¿Habrá crisis de actores negros en el ICRT? En cuanto a Corazón partido bajo otras circunstancias, no hubo un solo actor o actriz de nuestra raza.

Cuando leemos una historia, si el autor no describe a los personajes físicamente, gozamos de libertad para crearlos en nuestra imaginación de acuerdo a nuestros códigos estéticos y culturales. Alberto respeta esa libertad, sólo menciona características físicas cuando tienen un peso ineludible en el cuento. ¿Cómo es posible que yo, una mujer negra, también haya pensado solo en personas blancas? No imaginé seres especialmente altos o atractivos, eran sólo personas comunes y corrientes, es decir, blancas. Si eso me ocurre a mí, mujer negra, repito, no puedo culpar a los directores y asistentes de televisión, a quienes no sé por qué me también imagino blancos. ¿Por qué tengo que realizar un esfuerzo tan grande para visualizar un director de televisión o de periódico, negro, un policía negro, un gerente negro? 

Mi madre cuenta que en una ocasión, cuando yo tenía cuatro o cinco años, ella regresó a casa y nos encontró a mi padre y a mí disgustados. Quiso saber qué había ocurrido y él le contó que yo le había dicho: "Tú eres negro y yo no quiero negros aquí". Entonces él me preguntó de qué color yo era, le respondí: "Yo soy carmelita". Mi papá le preguntó a mi madre dónde me habían enseñado eso. La anécdota ha pasado formar parte de la colección familiar de recuerdos divertidos. Pero la pregunta quedó sin responder a través de los años. Mi madre no pudo hacerlo y yo tampoco. Incluso ahora no puedo. ¿Dónde aprendí eso? ¿Dónde los niños aprenden esas cosas?

Quizás la pregunta sea: quiénes fueron mis primeros héroes y heroínas, quiénes han sido los policías, los personajes positivos en las películas, y quiénes los delincuentes. Quiénes fueron los príncipes y las princesas de mis fantasías infantiles. Blanca nieves era blanca, Caperucita era blanca, Cenicienta era blanca. Claro, no puedo esperar que en países europeos, donde aún deben quedar personas que nunca han visto un negro, se escribiera un cuento protagonizado por alguien de mi raza. El rey Arturo y Robin Hood tenían que ser blancos. Un negro no cabe en una historia de corsarios y piratas o una intriga en las cortes europeas, a no ser como esclavo traído de Africa. El mismo rol que nos toca en todas las telenovelas que reflejan la Cuba de los siglos XVIII y XIX. Cuando jugaba con mis amiguitas trataba de imitar a las actrices de la televisión y las princesas de los cuentos de hadas, me ponía una toalla en la cabeza y la movía como si fuera pelo lacio. Nunca jugué a ser Oshún o Yemayá. Nadie me contó nunca una leyenda africana. En la escuela seguro me leyeron algún cuento donde el protagonista era un negro, pero no logro recordar ninguno.

¿Y qué sucede en las telenovelas que se desarrollan en la Cuba de los setenta, los ochenta, los noventa y el siglo veintiuno, esa Cuba posterior al triunfo de la Revolución donde todos tenemos los mismos derechos y oportunidades? ¿Por qué siempre son protagonizadas por personas de piel blanca? Los negros están, por supuesto, son los personajes secundarios, o los delincuentes, con un poco de suerte los deportistas. Digo con un poco de suerte porque en el serial Deporte y Amor, ninguna de las jugadoras de volleyball era negra.

En 1996 fui modelo de la casa de modas La Maison, recuerdo que a todas las mulatas les estiraban bien el pelo con torniquete y les ponían lentes azules. El resultado era que parecían trigueñas. A las negras les hacían el desriz, yo estaba pelada a rape. Un estilista me dijo una vez que mi cara era tan linda que el pelo estaba de más, sin embargo a las muchachas blancas de caras muy lindas también no les sobraba el pelo. Había sólo cuatro negras en La Maison en aquel momento, incluida yo; nunca coincidíamos en el mismo desfile de la noche, quizás no se presentaban muchas jóvenes de nuestra raza a las convocatorias para ser modelo en aquel momento. No sé si luego hubo más muchachas negras en el cuerpo de maniquíes de La Maison, sólo estuve tres meses allí, no tengo la estatura adecuada para esa profesión, apenas mido 1.65. Había otras chicas de la misma estatura, pero fueron más afortunadas y pudieron permanecer en la casa de modas. Eran blancas. 

En el año 1997 asistí a un desfile de ropa infantil en la Feria Habana Modas, ahora llamada FIMAE, y entre más de diez niños no había un sólo negro o negra. Casi brinqué del asiento de alegría cuando vi aparecer una mulatica color cartucho, de pelo ondeado. Pero me asaltó una gran preocupación al final del desfile ¿será que los negros no tenemos infancia? 
Un amigo mío diseña ropas para niñas y adolescentes, tiene su propio grupo de modelos. Todas son blancas, rubias o trigueñas, pero blancas. Mi amigo dice que no quiere negras porque hay que hacerles desriz o trencitas. Ese amigo, a quien quiero mucho, es negro. 

Mientras escribo recuerdo la telenovela Salir de noche que reflejaba la vida de las modelos, sus sueños, sus frustraciones, la competencia. Me llamaba la atención que ninguna de las actrices que encarnó una modelo, ninguna de las extras, era negra. Sólo cuando escenificaban un desfile, o durante la presentación o el final de la novela aparecía una, creo que Laura Marlén, por un par de segundos. 

Laura Marlén era el ídolo de todas las modelos negras en los noventa, la prueba de que sí se podía llegar. No recuerdo muchas cosas de mi vida en el año 1995, hace ya once, pero nunca voy a olvidar que ella ganó el concurso Miss Model de Turquía ese año. Nunca voy a olvidar sus proporciones: 90 cm de busto, 60 cm de cintura, 90 cm cadera: perfecta, con 1.76 de estatura. Ella era la sensación en los desfiles del Cubamodas 96, pero casi todos los elogios eran hacia su pelo. Se le movía como el de las blancas.

A lo largo de mi vida, las frases más halagadoras que he escuchado hacia la belleza negra, incluso en boca de gente de mi raza, son: "qué linda, lo único que tiene de negra es el color", "qué bonita esa muchacha, tiene facciones de blanca". O peor: "para ser negra es muy linda". Nos consideran y tristemente nos consideramos más bellos mientras menos negros somos, a medida que nos acercamos más a la raza blanca: la piel un poquito más clara, el pelo menos rizado, la nariz menos ancha. Los que poseen esas características se apresuran a abandonar el barco, a no sentirse incluidos en el término negro. Los que no pueden excluirse al menos tienen la esperanza de que sus hijos escapen, la eterna esperanza negra de "adelantar". 

Adelantar no es estudiar una carrera universitaria, superarse, elevar el nivel cultural, sino casarse con un blanco o una blanca y que el niño o la niña sean mulaticos de pelo bueno, para no tener que pasarle el peine caliente o hacerle desriz. Mi hermana, negra como yo, aunque generalmente aceptada como mulata porque su piel no es tan oscura y se hace un desriz de muy buena calidad, tuvo su hija con un hombre que, como decimos aquí, pasa por blanco. Durante el embarazo mi hermana rezaba, y no exagero, para que la niña sacara el pelo del padre. Hace poco, mi amigo negro diseñador se encontró a mi madre y le preguntó por mi hermana y la niña. Mi mamá, abuela al fin, estaba preparada para darle una disertación de los progresos de la niña, lo grande que está, lo inteligente que es, lo bien que come. Pero mi amigo no estaba interesado en nada de esto, su única pregunta fue: ¿Por fin cómo sacó el pelo? 

Una de las mayores preocupaciones en la vida de una mujer negra es el pelo, si no lo pierde a causa de un producto de mala calidad que se lo tumba en su afán de estirarlo, tiene que dedicarle una buena parte de sus recursos al desriz, la crema, el acondicionador. Sufre una vez cada quince días o menos incluso, pasándose el peine caliente desde la raíz del pelo, tratando de no quemarse el cráneo o las orejas y después reza para que un aguacero no destruya el resultado de tanto sacrificio. El desriz es a prueba de lluvia, pero no es compatible con la decoloración. Una puede pasar toda su vida intentando encontrar la peluquera y el producto ideal para estirarle el pelo como a la Tierra Prometida.

Mucha gente me dice que no se trata de renegar de la raza, es que el pelo estirado es más cómodo de peinar. Y tienen razón, si usted quiera peinarse como las mujeres blancas necesita un cabello lacio o que al menos lo parezca. Me pregunto qué peinados llevaría la gente en Africa antes de la llegada del hombre blanco. He visto revistas donde aparecen mujeres africanas luciendo peinados y formas de trenzar nuestro cabello crudo que son verdaderas obras de arte. Pienso que ellas simplemente han conservado tradiciones y las han enriquecido, así se peinaban nuestros ancestros libres, o dejaban su pelo crudo crecer libremente. Sin embargo con el tiempo, tras siglos de dominación blanca, hemos aprendido a considerar nuestro cabello como un defecto que se debe ocultar. Después de terminada la esclavitud, e incluso en una sociedad como la nuestra donde negros y blancos gozan de los mismos derechos, el negro sigue sintiendo que su meta es igualar al blanco. En el mundo existen industrias dedicadas a la elaboración de productos que "mejoran" el cabello del negro. 

La mayoría de las cantantes o actrices negras de éxito aparecen en las revistas y la televisión con el cabello lacio. Siempre que vemos una propaganda de champú o acondicionador para nuestro cabello, afuera aparece una mulatica, con apariencia de trigueña un poco tostada por el sol, facciones bien finas, cabello casi lacio. Una sabe que el producto es para negras porque afuera dice "para cabellos crespos químicamente tratados", porque se sobreentiende que una debe, necesita, estirarse el pelo. ¿Pero cómo llega una a ese convencimiento? 

Cuando decidí dejarme crecer el pelo en el año 2001 las personas me preguntaban qué me iba a hacer: peine, desriz de potasa o el de la tienda. Yo respondía, con la mayor inocencia, que no iba a estirármelo, a todo el mundo le parecía una broma o una excentricidad de mi parte. 

La idea de que alguien no quiera estirarse las pasas resulta inconcebible y realmente son pocos los que se atreven a hacerlo, sobre todo los más jóvenes. Lo más interesante es que muchas de las personas que hoy critican a aquellas que no se desrizan el pelo, (pienso ahora en mi madre) llevaron el afro en los años 70, cuando Angela Davis lo impuso cómo protesta contra la discriminación y muestra de su orgullo por pertenecer a nuestra raza. Mis padres estuvieron entre los que llevaron esa moda, pero actualmente les parece horrible que una negra no se estire el pelo. Peor, para ellos cualquier negro o negra joven que usa dreadlocks, o ese mismo afro que ellos llevaron en su momento, es delincuente o jinetero. No son los únicos que piensan así, cualquier negro que vaya por la Habana Vieja con ese tipo de peinados tiene más posibilidades de ser detenido por la policía que uno que se corte el pelo de forma convencional. Otros quedan apenas justificados por el hecho de ser artistas si son lo suficientemente conocidos. 

El afro o espeldrúm cómo le decían aquí, fue para la mayoría una moda pasajera en la que no se involucraron ideológicamente, tal vez porque pensaban que aquí el negro no tenía nada por qué protestar. En contraste con la situación del negro en otros países, el de aquí tenía la posibilidad de ir a las universidades, ser ingeniero, doctor, participar en elecciones e incluso ser elegido. Las personas negras fueron regresando a los procedimientos usuales para estirar el pelo y una vez más a llevar los peinados de las revistas de moda, lucidos por personas blancas. Hace meses mi madre vio una foto de Angela Davis en el periódico, todavía con su afro y me dijo: "Ella puede darse ese lujo porque no tiene el pelo tan malo, si tuviera la pasa bien dura, la historia sería otra". 

¿Quién ha visto una negra con la pasa bien dura sin estirar en la portada de una revista de modas, en un anuncio de champú, protagonizando una telenovela o cómo locutora en la televisión? 

Cuando por fin mi pelo creció muchas amistades decían que no lo tenía tan malo. He escuchado esa expresión toda mi vida y durante mucho tiempo encontré normal que las personas se refirieran a nuestro pelo como "malo" o "menos malo". Pero cuando uno escucha la palabra "malo" en cualquier contexto, enseguida le viene a la mente algo negativo, todo lo contrario de agradable o bonito. 

Desde niños estamos oyendo decir que nuestro cabello es malo sin ofendernos, y de hecho las personas al decirlo no intentan lastimarnos, simplemente no parece haber otra forma para describir nuestro pelo. Aunque usted no reaccione con violencia cuando le dicen que su pelo es malo, o no se sienta herido conscientemente, en su interior usted desea corregir la deficiencia. Más aún si todas las personas a su alrededor lo hacen, si las protagonistas de los muñequitos y las aventuras son blancas. Si las muñecas con las que usted juega son blancas. En mi época las había también mulaticas, aunque con el pelo lacio. En realidad eran una versión más oscura que las muñecas blancas porque ninguna tenía las facciones toscas. 

Todas las que tiene mi sobrina ahora, más de diez, son blancas. Hace dos años recorrí varias tiendas buscando una muñeca negra por encargo de mi madre que practica la religión Yoruba. No tuve más remedio que comprar una de trapo, de esas artesanales que venden en la Habana Vieja, en las tiendas solo había muñecas blancas. Mi sobrina no va a tener que hacerse desriz porque sacó el pelo "bastante bueno", mi hermana termina de estirárselo con una crema especial cuando la peina. Yo sí traté de pasarme el peine lo antes posible, se lo pedí a mi madre por primera vez a los nueve años, mi hermana tenía doce y ya se lo pasaban cada quince días.

Tuve que esperar hasta los once, era una tortura y temía que me fuera quemar una oreja. Luego mi mamá me ponía los rolos y yo pasaba toda la noche pensando en cómo me iba a quedar el pelo cuando me lo soltara.
Mientras duraba el efecto del peine la gente me decía mulatica, las pocas veces que alguien me dijo negra cuando chiquita era para ofenderme, o al menos ese era el resultado.

En realidad a casi ninguno de nosotros le dicen negro. Nosotros somos los de color. Existe el miedo de que nos ofendamos si se nos llama negros. Si es necesario recurrir a un eufemismo para hablar de nosotros es que en la mente de las personas, negro es todavía un término peyorativo, una palabra que implica inferioridad. Mis amistades se refieren a mí como mulatica o jabaíta, todo menos negra. Pero con el tiempo yo he empezado a preguntarme por qué debe molestarme que me digan negra si los blancos no se avergüenzan de su color. ¿Por qué hay que disfrazar tanto la palabra, darle vueltas, buscar sinónimos que llegan a ser ridículos? 

Si nosotros somos los de color, entonces los demás (incluyo a todos aquellos mulatos, jabaos o personas de piel menos oscura que se apresuran a aclarar que no son negros, o sea de color) son los pálidos o transparentes. Cuando yo insisto en que soy negra mis amistades me dicen "Sí, pero tú eres una negra fina". Se supone además que debo sentirme complacida con esa afirmación. ¿Qué significa ser una negra fina, la excepción dentro una generalidad de negros vulgares y chusma? Puede parecer que esa acotación la hacen personas blancas. Tal vez a nadie se le ocurre que un negro haga semejante distinción entre personas de su propia raza. Pero sí, muchas veces es alguien tan negro o tan negra como yo quien lo dice sin percatarse de la carga racista que lleva el comentario. Peor aún, en la televisión vemos chistes en los que aparecemos reflejados cómo mal hablados, ignorantes y hasta ladrones. Los actores que hacen esos chistes son negros, y nosotros, los negros de este lado de la pantalla, nos reímos y tristemente me incluyo.

Lo que tiene que ver con las personas negras aún es cuestión de risa. Esa era la expresión del editor de un periódico al que le entregué un artículo sobre el tema. Pero a medida que fue avanzando en la lectura se le borró la risa del rostro. Yo tenía mis esperanzas cifradas en el hecho de que este editor era negro, no jabao, ni mulato, sino negro. El año antes había intentado publicar el artículo en mi propio periódico, me dijeron que no era oportuno. Esas fueron también las palabras de este editor negro, no es oportuno. Es un tema delicado y debe esperar. Sigo esperando que ese momento oportuno llegue. 

Seguimos esperando por nuestras heroínas y héroes negros, nuestros personajes protagónicos, nuestro cabello crudo y nuestras narices ñatas en un anuncio de champú o acondicionador. Entre tanto unas corren a desrizarse el pelo, muchos aspiran a "adelantar". Otros se dan baja de la raza, porque con esos truenos, quién quiere ser negro. Por eso le pido a Alberto Guerra, que mientras ese esperado momento oportuno no llegue, por favor describa físicamente a los personajes de sus cuentos, sobre todo cuando sean negros. Le puedo asegurar que si son blancos no será necesario.

EL JEFE ESTA EN FACEBOOK


MADRID.-  ¿Cuántos empleados tienen a su jefe entre los miembros de su red social? ¿Y cuántos clientes siguen sus productos o empresas preferidas con esas herramientas? Todavía pocos, aunque los directivos comienzan a participar en los medios sociales -cuatro de cada diez en Estados Unidos- una mayoría todavía creen que estas redes y sus herramientas tienen poco impacto en el negocio. Es cuestión de reputación y para tratar bien a los empleados, pero pocos las consideran útiles para comunicarse con los accionistas o mejorar los resultados.

La participación y la transparencia sirven más para vigilar y reclamar a los demás que como virtud y obligación de la empresa. Preocupa lo que se dice, pero sólo cuando repercute directamente en el negocio. Y esa conversación sigue más en la calle que en internet, dicen los entrevistados por la consultora Burson-Marsteller sobre el impacto y el uso de las redes socialesen la empresa.

Pero Mark J. Penn, presidente de la agencia, les recuerda que una gran parte de esas ideas sobre productos y empresas que alcanzan su impacto real cuando llegan al cara a cara surgen ahora en la Red. Por eso advierte que en la crisis "las compañías que no están en los medios y redes sociales corren un riesgo mayor".

Comunicación de crisis

Si tienes cosas buenas de la empresa para contar, hazlo en redes sociales, piensan los directivos, son útiles para promocionar la buena reputación y para la gestión de los recursos humanos. Sirven para mejorar la comunicación con los empleados mientras los departamentos de personal indagan en Facebook o MySpace para conocer el carácter y gustos de sus trabajadores. Pero también en redes profesionales como Linkedin o Xing, que han duplicado sus usuarios registrados y su actividad desde la explosión de la crisis económica para convertirse en herramientas de búsqueda de trabajo y de colaboración profesional. Por eso es importante mantener el control sobre los datos personales. Tus jefes vigilan.

El 43% de los CEOs entrevistados las utiliza para uso personal, con Facebook como preferida por un 78%, lo que subraya la idea de que como jefes no siguen las mismas pautas que como usuarios.

A pesar de iniciativas como la de Barack Obama de dejar en sus partidarios una parte de la iniciativa de su campaña todavía preocupa la pérdida de control del mensaje corporativo. Pero la cultura de internet y los medios sociales va empapando a los negocios y la empresa. Lo que se dice sobre la compañía en esas redes y en los blogs especializados es cada vez más relevante mientras pierden influencia los medios tradicionales. Si el boca a boca sigue siendo lo más influyente en el negocio para el 60% de los directivos, los blogs especializados han crecido en influencia para la mitad de los encuestados, por encima de los grandes diarios y medios.

Internet gana además como medio de comunicación preferido en tiempos de crisis: el 71% de los ejecutivos confían en la web corporativa y un tercio apuestan por el blog de empresa mientras la publicidad en televisión en diarios sólo es útil para una cuarta parte de los entrevistados. Los responsables de las empresas mantienen la cultura del control y, en muchos casos, de la opacidad. El 29% no cree que las redes sociales sean útiles para comunicarse con los accionistas y sólo el 18% lo han intentado alguna vez . Las empresas y sus responsables ya confían en las herramientas de la web social para saber más de sus empleados, sus socios y sus competidores, pero todavía les cuesta ver internet como un espacio de mercado real y el lugar donde se gesta el sistema operativo de la globalización. Pero sobre todo donde mejorar la relación con los clientes.

El jefe está en Facebook, pero sólo se fía de los medios que controla directamente.

domingo, 16 de noviembre de 2008