miércoles, 23 de julio de 2008

DISEÑO LATINOAMERICANO

Cartel para la película "Lolita" de Kubrick diseñado por Renato Aranda

¿Existe una identidad en el diseño latinoamericano?
Por ALVARO SOBRINO / EDUARDO BRAVO

Si habláramos sólo de publicidad, posiblemente encontraríamos un consenso amplio: la publicidad latina tiene un carácter y elementos coincidentes, como los tiene la anglosajona. Del mismo modo, en el diseño gráfico encontramos razones para argumentar que más allá de las lenguas comunes -español y portugués- el diseño latinoamericano tiene un modo de expresión específico.

Estos días está en nuestro país el diseñador brasileño Felipe Taborda, para presentar el libro Latin American Graphic Design, que junto a Julius Wiedemann ha realizado para la editorial Taschen.

Una laboriosa investigación y criba posterior donde se recoge, quizá por primera vez, una radiografía exhaustiva de la gráfica latina. Se trata de un exquisito volumen de casi seiscientas páginas que recorre el trabajo de más de doscientos diseñadores, desde los más jóvenes a los consagrados.

En un momento en el que el cartelismo está en una crisis evidente en Europa y Estados Unidos, apenas se hacen ya carteles, sigue siendo un género vivo y especialmente rico en todo el cono sur. Frente a nuestra afectada gráfica comercial, destilada y elegante, fría y meticulosamente calculada en los departamentos de marketing, Brasil, México, Argentina, Cuba y el resto de países siguen disfrutando de un diseño colorista y festivo, contundente, que no renuncia a su origen popular sino que recoge sus valores y los profesionaliza.

Cuando hace un año entrevistamos a Taborda, afirmaba: "me fascina el tema de las expresiones populares porque considero que los latinos somos fruto de todo aquello que nos rodea. La existencia de la gráfica popular tiene que ver directamente con la economía del país. Los países más desarrollados y ricos presentan menos manifestaciones populares porque se tiende a homogeneizar todo. Cuanto más pobre es el país más frecuente es esa expresión de creatividad natural, como sucede también en África". Este libro es la demostración práctica de que tenía razón.

Taborda mantiene que Portugal y España determinaron lo que debía ser leído y consumido en sus colonias del Nuevo Mundo. No le falta razón, y eso puede estar en los orígenes de un grafismo común. Pero más allá, se impone una reflexión acerca de si el diseño gráfico español ha recibido en las últimas décadas mucho más de lo que ha aportado.

Basta acercarse a la lista de nuestros Premios Nacionales de Diseño Gráfico, un total de doce, de los que cuatro son inmigrantes procedentes del otro lado del Atlántico: América Sánchez, Carlos Rolando, Mario Eskenazi, y Juan Gatti. Y a ésta lista habría que añadir los nombres de otra mucho más larga de latinoamericanos afincados en España que están en la primera línea de nuestra creatividad gráfica: Eric Olivares y Jorge Alderete (México), Flavio Morais (Brasil), Norberto Chaves, Beto Compagnucci, Lalo Quintana y Ricardo Rousselot (Argentina); la relación sería interminable.

El contenido del libro completo está accesible en la web de Taschen, algo que es muy de agradecer, otros editores deberían tomar ejemplo.

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