El estadio más legendario del béisbol profesional de las Grandes Ligas, el Yankee Stadium, volvió a vivir una jornada histórica y esta vez tuvo como protagonistas a las Estrellas del deporte pasatiempo nacional que se despidieron del recinto con la celebración de la 79 edición del "Clásico de Verano".
Al margen del triunfo por 4-3 de la Liga Americana frente a la Nacional, el partido que se tuvo que decir en la decimoquinta entrada después de cuatro horas y 50 minutos, generó el mayor número de emociones que se recuerdan en un "Clásico de Verano". El motivo, que fue el último que se disputó en el Yankee Stadium después de una existencia de 85 años y de ser el escenario donde jugaron los legendarios Babe Ruth, Lou Gehrig, Joe DiMaggio y Mickey Mantle, entre otras de las grandes leyendas del béisbol. Cuando concluya la presente temporada, el Yankee Stadium, la sede del equipo con más títulos de campeón del mundo dentro del deporte profesional, los Yanquis de Nueva York, será demolido para que la próxima temporada comiencen a jugar en el nuevo estadio, que ya se está construyendo.
La cita histórica con el "Clásico de Verano" en el Yankee Stadium atrajo una asistencia récord de 55.632 aficionados que también pasaron a formar parte de la jornada de despedida y homenaje. Sin importarles que fuese el Juego de las Estrellas con las entradas más caras, con precios de entre 525 y 725 dólares en los asientos del anfiteatro de abajo, mientras que en los del intermedio constaron entre 200 y 400 dólares, y los del alto tenían un costo de 150 dólares. Tal vez, por eso mismo los peloteros quisieron compensarlos con una gran espectáculo de béisbol que concluyó cuando el parador en corto de los Vigilantes de Texas, Michael Young, pegó el elevado de sacrificio para el primera base canadiense de los Mellizos de Minnesota, Justin Morneau anotase la carrera del triunfo.
Antes tuvieron que jugarse nada menos que cuatro horas y 50 minutos para que concluyese a la 1:37 de la madrugada cuando la mitad de los aficionados ya se habían retirado, pensando en la jornada laboral que les esperaba. No abandonó el palco de honor George Steinbrenner, quien ha sido el dueño de los Yanquis desde 1973, a pesar que hizo entrega de la pelota, para la ceremonia de los primeros lanzamientos. Steinbrenner, de 78 años de edad, cuya salud se ha deteriorado en los años recientes, estuvo acompañado por su esposa Joan, su hijo Hal y su yerno Féliz López, quien es su asistente y chofer personal. Los míticos Yogi Berra, Whitey Ford, Reggie Jackson y Goose Gossage, dieron un abrazo a Steinbrenner antes de lanzar las bolas a Derek Jeter, Alex Rodríguez, el panameño Mariano Rivera y al piloto de los Yanquis, Joe Girardi.
Willie Randolph, quien recientemente fue despedido como piloto de los Mets de Nueva York, y quien fue una estrella y entrenador asistente reserva de los Yanquis, estaba entre el público invitado por Steinbrenner. El ex alcalde de Nueva York, Rudy Giulianni, observó el juego desde el primer nivel de asientos, mientras que el millonario Donald Trump, lo hizo en el palco de Steinbrenner. "Fue algo muy especial. Me temblaba el cuerpo un poco", confesó Zambrano. "Me dije a mi mismo, cinco, seis años en las Grandes Ligas y aún siento mariposas en el estómago, simplemente recordé que estaba en el Yankee Stadium y por última vez".
No hay comentarios:
Publicar un comentario