La vida moderna no deja tiempo para pensar, y para compensarlo hay gente que se dedica profesionalmente a ello. Son los investigadores de los think tanks, los centros de pensamiento privados nacidos en los países anglosajones para generar ideas y movilizar las políticas de los Gobiernos. En España y otros países mediterráneos aún están dando sus primeros pasos.
La definición de think tanks es más fácil en negativo. No son universidades, porque su objeto principal es la investigación y la enseñanza se da en casos contados. No son ONG, porque se dedican a pensar más que a actuar. Pese a que suelen estar promovidos por el sector privado, no son asociaciones empresariales porque no toman decisiones por consenso entre sus miembros, y no son lobbies, porque no pretenden presionar directamente.
Nacieron en el Reino Unido en el siglo XIX para promover ideas a largo plazo, especialmente sobre política internacional. En el siglo XX empezaron a cobrar fuerza en Estados Unidos y otros países anglófilos, como Sudáfrica, Chile o India. Con el tiempo han ido diversificando sus temas de análisis, y abordan aspectos tan distintos como el desarrollo sostenible y la seguridad.
En Centroeuropa y los países latinos no están tan reconocidos. Vicente Boceta, ex secretario general del Círculo de Empresarios, explica que 'en los países latinos no hay sociedad civil, mientras que en los anglosajones todo el mundo se siente responsable de defender unas ideas. Los empresarios no tienen tiempo para hacerlo y pagan para que otros lo hagan por ellos'.
Josep Rivera, director de la Fundación Cidob (Centro de Investigaciones de Relaciones Internacionales y Desarrollo), cree que en el ámbito mediterráneo se está avanzando en este tipo de proyectos, aunque el cambio es lento, porque crear un think tank requiere expertos en ciencias sociales, que suelen estar en la universidad. La relación entre el ámbito académico y los negocios está creciendo más 'en cuanto a investigación que en cuanto a ideas', señala, en referencia a que se está centrando más en las ciencias que en las humanidades.
La rentabilidad del pensamiento es menos tangible que la de la tecnología, y de ahí que en Europa escaseen los think tanks y que los que hay dependan del presupuesto público en muchos casos. El propio Cidob recibe un 60% de sus fondos del Estado. En los países nórdicos también son públicos, pero eso no impide que sean independientes, cuenta Mariano Aguirre, director de Paz, Seguridad y Derechos Humanos de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride), que publica la edición española de la revista Foreign Policy. 'Hay otros con financiación privada que son menos independientes'.
La autonomía de los think tanks siempre se pone en cuestión, y muchas veces se les acusa de defender los intereses de sus mecenas, ya sean gobiernos, partidos políticos o compañías privadas. Rivera entiende que aunque así fuera, no tendría nada de malo, siempre que su financiación sea transparente. 'Lo malo es engañar'. También se dice que funcionan como lobbies, distinción que está bastante más clara en Estados Unidos que en Europa. José Luis Peña, director de Relaciones Internacionales del Círculo de Empresarios, niega que sean un lobby. 'No pretendemos presionar, sólo reflexionar sobre temas y publicar dicha reflexión'.
Esta diatriba no hace al caso en EE UU, donde son más bien los think tanks los que influyen en los demás, gracias a los presupuestos que manejan, sobre el centenar de millones de euros, frente a los tres que manejan los españoles. Allí son 'absolutamente autónomos, hay una muralla china entre los mecenas y los investigadores', recalca Boceta. Dicen lo que quieren libremente y a final de año, se ponen en manos de sus patrocinadores A veces incluso adoptan posturas opuestas a los intereses de quienes les pagan, añade.
Entre los más conocidos están los que más se han metido en política. 'Son una mezcla entre académicos y políticos', describe Aguirre. El keynesiano Brookings Institution, con sede en Washington, está presidido por Strobe Talbott, secretario de Estado con Clinton. El American Enterprise Institute es uno de los que más han influido en la política de George W. Bush. Boceta cita también a los liberales Cato Institute y Hoover Institution, y el conservador Heritage Foundation.
En el Reino Unido, el Institute of Economic Affairs, apoyó a Margaret Thatcher, mientras que Anthony Giddens, considerado el ideólogo de la tercera vía de Tony Blair, era consejero del Institute for Public Policy Research además de director del London School of Economics. Ahora colabora con Policy Network, el think tank creado en 2000 con el apoyo de dirigentes socialdemócratas, el propio Blair, Bill Clinton, Gerhard Schröder y Giuliano Amato.
Eso no es óbice para su independencia. 'En los países anglosajones, los políticos tienen verdadero respeto a los think tanks', subraya Boceta, que cuenta que en una visita a España del dirigente conservador británico Michael Portillo le preguntaron si, de ganar su partido, habría represalias contra unos empresarios que habían apoyado a los laboristas. '¿Está usted insultando a mi país? El Gobierno caería enseguida si eso sucediera', respondió.
Los think tanks, especialmente los de política internacional, se nutren de diplomáticos en la reserva y de políticos. Nelson Mandela fundó hace un año The Elders, que reúne a otros jubilados como Kofi Annan, Jimmy Carter y Mary Robinson. En España, la FAES está muy vinculada al Partido Popular, mientras que el Partido Socialista pretende unificar la Fundación Pablo Iglesias con otros centros de pensamiento en un solo think tank más potente.
A nivel internacional también hay redes de colaboración y reuniones anuales, como la que mantiene el Círculo de Empresarios con doce organizaciones homólogas de otros países, entre ellos China. 'Allí los think tanks son privados en la medida en que puede serlo algo allí', explica José Luis Peña, director de Relaciones Internacionales del Círculo. El aumento de la producción exige tiempo, y también van necesitando gente que se dedique sólo a pensar.
CONSERVADORES
El American Enterprise Institute se fundó en 1943 y entre sus profesores visitantes está Paul Wolfowitz, ex secretario de Defensa de George W. Bush. Son muy críticos con el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).
La Heritage Foundation fue una firme defensora de la doctrina Reagan durante la Guerra Fría contra el comunismo. Su primer mecenas fue el cervecero Joseph Coors.
El Institute of Economic Affairs británico estuvo detrás de la política de Margaret Thatcher, y se ha encargado de divulgar las ideas de Friedrich Hayek y Milton Friedman.
El Adam Smith Institute propuso la privatización del ferrocarril y los autobuses británicos, así como la transferencia de la gestión presupuestaria a las escuelas.
SOCIALDEMÓCRATAS
El Roosevelt Institution nació hace sólo cuatro años en la Universidad de Stanford con la idea de movilizar a los colectivos de estudiantes y convertirlos en verdaderos think tanks.
El Institute for Public Policy Research está muy vinculado al Partido Laborista británico, y contó con Anthony Giddens en su consejo directivo.
Policy Network estudia cómo adaptar el Estado del bienestar al siglo XXI.
CENTRISTAS
La Brookings Institution fue fundada en 1916. Participó en los estudios dirigidos por Franklin Roosevelt para salir de la Gran Depresión del 29, y se opuso con dureza a la gestión de Nixon.
El Council on Foreign Relations tuvo entre sus benefactores a John D. Rockefeller, y Henry Kissinger fue uno de sus ideólogos antes de asesorar a varios Gobiernos.
LIBERALES
El Cato Institute ha criticado a Bush en relación a la guerra de Irak, al gasto público y a otros aspectos, y le ha apoyado en su política ambiental y en inmigración. Tiene un presupuesto de 13 millones de euros anuales.
El Hoover Institution lleva el nombre del presidente de Estados Unidos que lo fundó, Herbert Hoover, en 1919. El ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld ha sido uno de sus profesores visitantes.
El Ayn Rand Institute se fundó tres años después de la muerte de Ayn Rand, la filósofa del objetivismo.
El Centre for European Reform tiene sede en Londres, es pro europeo pero crítico. Fue fundado en 1996 por el periodista Charles Grant.
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