domingo, 30 de noviembre de 2008

LA LECCION DE BOLLYWOOD

ENTRE “LAS MIL Y UNA NOCHES” Y EL CAMBIO SOCIAL. A PESAR DE LOS RECIENTES EPISODIOS DE VIOLENCIA, EL CASO INDIO ES UN BUEN EJEMPLO DE CÓMO UNA CINEMATOGRAFÍA, LUEGO DE CONSTRUIR UNA SÓLIDA INDUSTRIA, PUEDE IMPULSAR CAMBIOS EN LA SOCIEDAD.

Por Antonio Fortunic para el Diario Peruano “El Comercio” en su suplemento “El Dominical”

Una de las razones por las que el cine indio es tan popular en países tan disímiles –como Marruecos, Rusia, Afganistán e incluso en algunos sectores populares del Perú– es porque sus productores saben manejar códigos comunes a todas las sociedades en vías de desarrollo: historias de emprendedores que migran y triunfan en la gran ciudad, amores imposibles, sacrificios, corrupción, secuestros y aprecio por valores tradicionales como la familia o la amistad. Todo ello en una escenografía llena de mercados, mototaxis y celebraciones callejeras. La estructura es por lo general un melodrama lleno de danzas y cambios de suerte con historias que se bifurcan en otras historias y que están más cerca de “Las mil y una noches” que de Sófocles. De allí que muchos espectadores del Tercer Mundo vean esas historias más cercanas a su realidad que aquellas sofisticadas e influenciadas por el psicoanálisis, como las que producen los países desarrollados. Es eso lo que, junto con su enorme mercado interno (más de mil millones de habitantes), le ha permitido a la India construir una poderosa industria y conquistar audiencias en todos los rincones del planeta.

Merecido reconocimiento
La denominación de Bollywood nació de la mezcla de los nombres de Bombay (el antiguo nombre de la ciudad Mumbay, en la India) y de Hollywood. Debido a que la industria cinematográfica india produce más películas que la estadounidense, el neologismo funcionó muy bien y es con ese nombre, Bollywood, que el mundo conoce ahora a esa industria que usualmente tiene entre sus producciones películas que están entre las diez más vistas del Reino Unido o cuyas estrellas están consideradas, según las encuestas de la BBC, como las mejores de todos los tiempos. Hechos como estos acapararon la atención de Occidente y le han dado al cine de Bollywood un prestigio que nunca antes estuvo. Fue entonces que la élite del país, así como la diáspora india, ambas bastante influenciadas por Occidente, empezaron a darse cuenta de las enormes posibilidades del cine como agente de cambios sociales.

Impulsando el cambio
Siguiendo el ejemplo de Hollywood, que tradicionalmente ha sabido combinar producciones superficiales de puro entretenimiento con películas que han puesto en agenda asuntos tan importantes como la pena de muerte o los derechos civiles, las nuevas generaciones de cineastas indios están realizando una serie de filmes que tocan temas tan progresistas para su sociedad como la eliminación de las barreras entre islamistas, cristianos e hindúes (”Amar Akbar Anthony”), el de muchachos ricos que se enamoran de muchachas pobres (”Bobby”) o el de personas de la casta más baja representados como héroes (”Lagaan”).

 Pero quizá la mayor conquista de Bollywood, hasta el momento, haya sido encontrar en la pantalla una esperanza de paz para los enfrentamientos que, por cuestiones de religión y fronteras, han tenido Pakistán y la India por más de medio siglo. El año 2004 el Gobierno de Pakistán, impotente ante la enorme popularidad de las películas y estrellas de cine indias, decidió levantar el veto a esas películas y restablecer algunos vínculos con el país vecino, lo que incluyó el transporte internacional en Cachemira (la región que se disputan). 

El ejemplo a seguir
A diferencia de lo que se a pretendido en el Perú, donde se demanda la excelencia cinematográfica a priori, sin tener en cuenta que nuestro mercado y nuestra industria son aún muy endebles, tanto Hollywood como Bollywood nos demuestran que el camino es exactamente el inverso: construir un sólido cimiento primero y desde allí explorar todo el potencial que la pantalla puede ofrecer. Hace poco se estrenó en nuestro país “Vidas paralelas” que narraba la guerra contra el terrorismo desde el punto de vista de los militares. La polémica película fue inmediatamente lapidada por la crítica.

Eso es totalmente anecdótico frente a la importancia que tiene el que una institución como el Ejército se haya dado cuenta del enorme poder que tiene el cine. En una sociedad verdaderamente abierta y democrática todas las partes: empresas mineras, ambientalistas, conservadores, homosexuales, feministas, religiosas, etc., deben tener el derecho de poner sus agendas en discusión y qué mejor manera de hacerlo que usando un medio tan lleno de magia, recursos y poder como el cine.

 Que las dos cinematografías más vigorosas del planeta, Hollywood y Bollywood, nos sirvan de ejemplo para ello.

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