martes, 2 de diciembre de 2008

DEMOCRACIA DE CINE

Michel Gondry inicia un movimiento para socializar la práctica del cine y convertirnos a todos en realizadores

En Rebobine por favor, la película de Michel Gondry estrenada a comienzos de año, dos empleados de un decrépito videoclub borran accidentalmente todas las cintas VHS de su tienda. Su solución al desastre es filmar ellos mismos remakes caseros de clásicos de los 80 como Cazafantasmas o Robocop con los que consiguen unir y devolver la ilusión a todo su vecindario.  

Aunque la película no entusiasmó ni al público ni a los críticos, el realizador francés está seguro de que su moraleja -que el arte puede servir para unir a una comunidad-  es cierta, y de que merece la pena intentar el experimento en el mundo real. El resultado es el Protocolo Rebobine Por Favor, un libro que pretende convencernos de que hacer cine está al alcance de cualquier ciudadano, y puede ser mucho más divertido que pasar por la taquilla. 

You'll Like This Film Because You're In It es el primer manifiesto lanzado por un realizador de prestigio desde el famoso Decálogo Dogma deLars Von Trier. Ambos se componen de un conjunto de reglas estrictas que hay que seguir a rajatabla, y los dos son un canto al poder de la sencillez, pero ahí se acaban los parecidos. Gondry no pretende fundar una nueva escuela de cine independiente, ni convencer a otros realizadores de que sigan sus métodos.  

"A la mayoría de la gente se le ha hecho pensar que no tienen derecho a expresar sus inquietudes creativas, o que es algo que está reservado a un grupo de privilegiados y a los niños. Quiero demostrar que es posible divertirse sin formar parte de un sistema comercial, sin estar a su merced", afirma el autor de Olvidate de mi La Ciencia del Sueño. "El objetivo es crear una red de creatividad que sea completamente  independiente de toda institución comercial".  

Las Reglas de Rebobine... 

La propuesta de Gondry es la siguiente: escribir, filmar y montar un corto de quince minutos con un grupo de vecinos o amigos en el menor tiempo posible. El punto de partida será siempre elegir, antes de nada, un título y un género. Y el punto final se pone cuando todo el equipo se sienta alrededor de un televisor y visiona colectivamente su película. No importa que el trabajo sea bueno o malo, sólo importa lo bien que lo hayan pasado los participantes. Gondry incluso recomienda en el libro que no cuelguen el resultado en Youtube para difundirlo, porque el valor de la experiencia reside en haber participado en ella.  

Para contar la historia, ni los escenarios ni el atrezzo tienen que ser convincentes: si se quiere filmar una historia de ciencia ficción, cualquier caja de cartón puede hacer las veces de tecnología futurista. Es curioso que un director tan sofisticado visualmente como el francés, que hizo fama con sus elaboradísimos videoclips para Bjork o Chemical Brothers,   también desaconseje en su manifiesto dejarse llevar por la tentación de usar efectos digitales. "La tecnología no es necesaria para ser creativo, se puede ser creativo con muy poco. Es más gratificante rodar la película y poder verla enseguida, sin tener que esperar". 

El Protocolo Rebobine... nació en Nueva York el pasado febrero en una exposición en la Galería Deitch que acompañó al estreno de la película. En ella, se recreó el videoclub original en que se desarrolla la historia, y Gondry diseñó distintos escenarios que los visitantes podían utilizar para rodar sus películas. Al acabar la exposición, él mismo reunió a sus vecinos del barrio de Brooklyn en que vive con su hijo adolescente y filmó Hay una Mano en la Sopa, su primera película realizada bajo las reglas de su protocolo, y la única en su producción que sus fans no podrán ver nunca.  

El libro de Gondry acaba con una apuesta por parte del realizador francés, un órdago que muestra que su compromiso con el proyecto va en serio: si tienes amigos, tienes una idea y quieres seguir el protocolo pero no tienes una cámara, él está dispuesto a regalarte una. Sólo tienes que ponerte en contacto con él a través de su web

"Si 200.000 personas me piden una cámara, voy a estar en graves problemas -bromeaba el director al anunciarlo -pero eso signicaría que el libro ha tenido un gran impacto. Estoy dispuesto a correr el riesgo". 

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