(este subrayado quiere decir que ahí aparece el origen o la fuente de este trabajo. O sea, si usted lo pincha verá que fue publicado originalmente en http://www.laboratoriocallejero.com)
Definitivamente no lo es. Aunque debería. ¿Por qué una multinacional puede poner un enorme cartel luminoso en mi calle y los vecinos no pueden expresarse libremente en el barrio? ¿Por qué las obras de muchos artistas callejeros son interrumpidas o eliminadas, mientras que miles de anuncios sexistas, sensacionalistas y horteras inundan libremente nuestras calles?
En el laboratoriocallejero apostamos por una publicidad diferente, original y asequible para los más pequeños. Una publicidad que no machaca al público sino que le invita a participar y a pensar. Que es efímera y personal, que no se dirige a la gente como si fuera ganado sino que les habla de tú a tú, en la calle, en igualdad de condiciones.
Pero también creemos que el artista (y digo artista) debe poder expresarse libremente en la calle sin sentirse como un criminal. ¿Por qué una marca puede y una persona no? La calle es de todos. Sobra decir que todo debe hacerse desde el respeto (a la integridad y a la estética) y con un mínimo de civismo. Que, por cierto, los artistas callejeros han demostrado tener más desarrollado que muchos anunciantes.
Tengo la esperanza de que, poco a poco, la calle vuelva a las manos de quién le pertenece. Que la gente, con su arte, llene las calles de un color distinto al de las marcas. Y sé que, poco a poco, eso está sucediendo.
Hemos aprendido y las compañías lo saben. Empiezan a rendirse ante la evidencia: nosotros tenemos el poder. Somos quienes toman las decisiones. Los que decidimos si un producto es bueno o no, si tiene éxito o no.
En definitiva, nosotros somos capaces de dar la vida a una marca pero también de quitársela.
1 comentario:
Hola,
tan sólo anotar que este artículo fue publicado en la web www.laboratoriocallejero.com.
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