viernes, 13 de febrero de 2009

DARWIN EL HOMBRE DE LA IDEA MÀS PELIGROSA

13/02/2009 SANTIAGO Navajas
        

A la altura científica de Aristóteles, Newton y Einstein . Con el talento literario de Homero, Cervantes y Joyce. Charles Robert Darwin nació el 12 de febrero de 1809. Aunque será a partir de la publicación en 1859 de El origen de las especies mediante la selección natural, o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida cuando su nombre se hará inmortal, bendecido por unos pocos, maldito para muchos. A Darwin se le ocurrió lo que Daniel Dennett ha denominado "la idea más peligrosa" que a nadie se le haya ocurrido jamás: el mecanismo que hace surgir el orden biológico del desorden. La selección natural de las especies proporciona una explicación racional, relativamente simple aunque contraintuitiva, a la evidencia de que el universo viviente está estructurado de una forma altamente compleja sin necesidad de recurrir a una inteligencia previa, a un diseñador metafísico, es decir, a Dios. Y, anatema para las almas angelicales, elevó al hombre hasta la altura de ser imagen y semejanza del animal.

Darwin también es la constatación de que la ciencia no consiste fundamentalmente en observaciones sino en plantear conjeturas arriesgadas. Al borde de la delgada línea roja que separa la genialidad de la estupidez. La soberbia inteligencia del biólogo inglés residió en relacionar fenómenos complejos y distantes. Le influyeron los pinzones de las islas Galápagos, cada uno de ellos con un tipo de pico diferente, y el lúgubre economista Thomas Malthus con su predicción de que el aumento de la población mundial acabaría con los recursos naturales, lo que supondría una despiadada lucha por la supervivencia. Es cierto que le faltaban mimbres para terminar de atar sus hipótesis. Por ejemplo, desconocería para siempre que un monje católico de apellido Mendel había descubierto una de las patas fundamentales para apuntalar su teoría: la transmisión genética de los caracteres.

Aún queda tarea por hacer. Una teoría científica, a diferencia de los dogmas, se desarrolla matizándose, planteando nuevos retos, afrontando nuevos hechos, luchando contra otras teorías alternativas. Hoy el neodarwinismo, o simplificando: Darwin + Mendel, ha encontrado en Richard Dawkins o John Maynard Smith sus nuevos campeones contra la cruzada supersticiosa del diseño inteligente o el creacionismo . Levanto mi copa de anís del Mono, en cuya botella aparece su caricatura simiesca, y brindo por el doscientos aniversario del nacimiento de Darwin. Larga vida a la selección natural.

* Profesor de Filosofía    

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