sábado, 28 de junio de 2008

CINE COREANO: KIM KI-DUK

Kim Ki-duk, en el rodaje de Primavera....

Este año, el coreano Kim Ki-duk, uno de los grandes maestros del cine asiático contemporáneo, acude a San Sebastián con su nueva película.

Bi Mong (Dream) se interna en las paradojas de la pareja y muestra los deseos ocultos de dos personajes que se aman y se odian en un mundo de sueños.

Kim Ki-duk, que compite por primera vez en la Sección Oficial, recibió en San Sebastián en 2005 el Gran Premio Fipresci de la crítica internacional por 3-Iron (Hierro 3) y con Spring, Summer, Fall, Winter… and Spring (Primavera, Verano, Otoño, Invierno… y Primavera) ganó el Premio del Público en la sección Perlas en 2003.

Entre sus películas, galardonadas en todo el mundo, también se encuentran The Isle (La Isla, 2000), Samaritan Girl (2004), The Bow (El Arco (2005) y Time (2006).


El extraño mundo de Kim Ki-duk

Tomado de la Revista chilena de cine Mabuse
Por Alejandro Fernández Almendras

Cuenta la leyenda que de niño Kim Ki-duk le rompía la cara a puñetazos a sus compañeros de colegio, que no terminó la secundaria y que tras trabajar de obrero fue a parar al ejército donde pasó cinco felices años. Después se habría gastado todos su ahorros en un pasaje a Francia, donde por dos años se ganó la vida pintando mientras trataba de estudiar arte (de allí su equívoca fama de pintor).

De regreso a Corea del Sur, en 1993, escribió tres guiones que ganaron tres premios consecutivos del gobierno y en 1996 estrenó su primera película Cocodrilos.

Desde entonces ha hecho más de una película por año, con mayor o menor éxito, y tras un inicio duro en su país (mala crítica, mala respuesta del público, ostracismo de parte de sus colegas) encontró la consagración en occidente con su película La Isla, que se exhibió en el festival de Venecia de 2000 en medio de desmayos y vómitos de una audiencia que no aguantó las escenas que incluyen, entre otras, un manojo de anzuelos entrando en la garganta de un hombre y en la vagina de una mujer.

Tras el escándalo generado por La Isla, sus cintas han sido estrenadas siempre en los principales festivales del mundo y el éxito ha llegado a tocar su puerta también en su país, donde sus películas son ahora más vistas que nunca, en parte también gracias a la suerte, puesto que su actor fetiche, Chi Jae-hyun, protagonista de Bad Guy (2001) y quien aparece en varias otras de sus películas, alcanzó una gran popularidad por una serie de televisión.

Bad Guy

Hoy en día Kim ki-duk es el más reconocido de la nueva generación de cineastas coreanos y en el exterior se organizan más retrospectivas de él que de cualquier otro director de la península.

Quienes lo odian destacan que comparada con la obra de otros compañeros de generación como Hong Sang-soo, o de directores ya legendarios como Im Kwon-taek, la obra de Kim Ki-duk apela al golpe de efecto, al escándalo, y por sobre todo, que debe mucho de su éxito en occidente a la ignorancia del cinéfilo europeo respecto de la lejana y exótica Asia. Un punto que grafica esta última opinión es el malentendido generado con Primavera... que varios críticos en Occidente han malinterpretado como una meditación budista, cuando en realidad es sólo el reflejo de la propia escala de valores y la visión de mundo de Kim Ki-duk, una escala de valores que puede ser tan sólida como extraña y un mundo que puede parecer tan bello y sereno como retorcido.

Spring, Summer, Fall, Winter… and Spring

Otro argumento que se esgrime en su contra es que películas como Primavera… o Hierro 3 (2004) son en realidad copias de otras cintas orientales menos conocidas como Mandala de Im Kwon-taek (en que dos monjes siguen el camino de la iluminación) y Vive L´ amour, del taiwanés Tsai Ming-Liang (en que un hombre solitario entra en distintas casas abandonadas y habita en ellas como si fuera el legítimo arrendatario); y que Kim Ki-duk sacaría entonces partido de la ignorancia de buena parte de la crítica y de los jurados de festivales (Hierro 3 ganó el premio a mejor director en el festival de Venecia 2004) respecto de las obras a las que se estaría rindiendo un secreto "homenaje".

También se puede argumentar en su contra que se trata de un misógino empedernido, que muchas veces castiga innecesariamente (y más allá de toda justa medida) a sus personajes femeninos, y que en algunos casos incluso los hace disfrutar o encontrar la iluminación y el nirvana en labores de prostituta o bien luego de una siempre (o casi siempre) merecida y consensuada violación en masa.

Samaritan Girl

Para entender lo difícil que cuesta encontrar a otro cineasta como él y el escándalo y rechazo de parte del público y la crítica que suele seguirlo, basta narrar la trama de algunas de sus películas.

En Bad Guy un tipo obliga a una mujer a prostituirse como venganza por haberlo humillado en público. Tras sufrir el infierno de la prostitución la mujer al final logra perdonarlo y en un estado de gracia emprende con él una vida de prostitución en la carretera.

En Samaritan Girl, una colegiala se prostituye para salvar el alma de sus clientes. En Coast Guard (2002) un recluta pierde la razón mientras vigila la costa y destroza con una granada a un pescador local que hace el amor con una chica del lugar, quien luego se vuelve loca y es violada por todo el pelotón que tiene su base en la zona. Y en Address Unknown (2001) una chica tuerta se masturba con un cachorro de perro y luego es violada por una pareja de pelafustanes locales, todo mientras por ahí cerca el hijo mestizo de una prostituta coreana y un soldado americano negro remueve a cuchilladas el tatuaje que el padre ausente dejó en el pecho de su madre.

Hierro 3 (que junto a Primavera…son sus menos "escandalosas" cintas hasta la fecha) narra la historia de un muchacho mudo que recorre la ciudad invadiendo casas que están deshabitadas y que en uno de sus encuentros conoce a la maltratada esposa de un burgués, con quien se escapa y comienza a vivir en distintas casas de personas que han salido de viaje. En vez de robar, los visitantes se dedican a reparar lo que está roto, a ordenar, a lavar la ropa y trapear el piso, incluso a darle digna sepultura a un anciano que encuentran muerto en su cama.

Todas estas cintas, junto a Real Fiction (2000), The Blue Gate (1998) y Wild Animals (1996) conforman una obra que deja en evidencia un estilo y unas preocupaciones bastante poco comunes, al menos en el contexto del cine occidental (tal vez si los referentes más cercanos a Kim ki-duk se encuentren en otros cineastas coreanos como Jang Sun-woo o japoneses como Takashi Miike).

Pero más allá del escándalo que suele seguir gran parte de su obra, en cintas como La Isla, su primera película en conseguir distribución en occidente, Kim Ki-duk da muestras claras de ser un cineasta hecho y derecho, con una cosmovisión rica y un sentido cinematográfico puro, en que se mezclan por un lado una narrativa y puesta en escena muy clásicas y depuradas con un arrojo único a la hora de llevar a la pantalla sus historias y perturbadoras imágenes.

La Isla

La Isla narra la historia de una cuidadora de un camping a las orillas de un lago donde flotan una serie de pequeñas casetas que son rentadas por pescadores ocasionales. La mujer, quien como muchos de los personajes de Kim Ki-duk, es muda, junto con cuidar el camping lleva provisiones a los pescadores y de vez en cuando también les brinda servicios sexuales. Al camping llega un día un ex policía que acaba de dar muerte a su novia infiel y su amante. Cuando el atormentado policía se dispone a quitarse la vida, la mujer lo rescata, sólo para ser testigo de un segundo intento de suicidio (esta vez tragándose el manojo de anzuelos). La mujer lo volverá a rescatar del agua y luego se someterá también al flagelo de los anzuelos. Este par de gráficas escenas explican de sobra el malestar físico de buena parte de la audiencia que ha visto la cinta, pero quien piense que en ellas se agota el interés de la película está muy equivocado.

La Isla sirve, a través del inusual y al final conmovedor acercamiento de ambos personajes, como una representación, en el nivel más básico y violento posible, de la necesidad de amor y de la cercanía del otro, de la dificultad del perdón y del peso de la culpa. Todo esto en el escenario hermosamente impávido del lago, de la niebla que cae sobre las casetas flotantes, frágiles construcciones de colores vivos.

Porque en este cinta, como en toda su obra, si hay algo que caracteriza a Kim Ki-duk, es la impresionante belleza de sus imágenes. Más allá de la postal del lago, lo que conmueve es la cercanía de la niebla, la quietud del agua y el contraste entre el monocromático fondo y las coloridas casetas, que flotan en medio del agua como las almas perdidas de los personajes. El paisaje en Kim Ki-duk parece siempre vivo, integrado al mundo interior de los personajes, un reflejo de sus angustias, un contrapeso a sus anhelos y el necesario contexto que destaca la insignificancia final del ser humano en el gran, misterioso y violento esquema del mundo.

Si hay violencia en La Isla se trata –como en todas sus mejores películas- de algo que está plenamente justificado, pues forma parte de esta idea de mundo, de sociedad, del hombre, de los instintos que nos guían y las fuerzas que nos gobiernan.

Lo mismo se puede decir de Primavera…o de Hierro 3 y hasta cierto punto de Samaritan Girl (2004). La sublimación del dolor, la sangre y la violencia, el masoquismo o el sadismo como herramientas de purificación, son todos temas explorados con particular coraje, sin miedo a perturbar al espectador.

En todas sus películas Kim Ki-duk deja entrever también una simbología única, original para cada película, que sin embargo siempre es capaz de resonar con particular fuerza. Los ritos mortuorios de Primavera… y Hierro 3, los anzuelos de La Isla, el monje pintando inscripciones en el suelo con la cola del gato en Primavera…, los mismos ejercicios que el monje le impone al niño y los crueles juegos del muchacho con los animales, la particular arte marcial que inventa el protagonista de Hierro 3 para hacerse invisible, son muestras más que suficientes de la originalidad de las imágenes de Kim Ki-duk.

Hierro 3

A mi juicio esto es tal vez lo que mejor define a este singular director: el poder que logran sus películas a pesar de sí mismo, como si su fuerza interior, su instinto, fuese al final lo único que lo guía y lo hace acertar y equivocarse por igual. Kim Ki-duk tira toda la carne a la parrilla en cada película, con una confianza ciega de que sus imágenes, siempre poderosas, van a lograr un efecto en la audiencia, un efecto que puede ser el del asco y la repulsión, pero que muchas veces es también el descubrimiento, el asombro, la emoción más primitiva, pura y perdurable.

Con 16 películas a su haber, Kim Ki-duk sigue dando la impresión de ser un adolescente primerizo, que mantiene el mismo grado de arrojo y de agallas de un novato, aunque a veces el precio a pagar es una cierta inmadurez latente y algunas películas que bien valdría la pena olvidar. Las otras, las buenas, son inolvidables por sí mismas.

Filmografía


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