domingo, 26 de abril de 2009

LA PARTIDA

A mi amiga Mercedes Arce

Nunca se sabe si estamos preparados, pero la partida es siempre una decisión solitaria. No pidamos que nadie la comprenda. 

O se apoya incondicionalmente como amigo del alma o se evita asistir a la despedida. 

Por eso, para el que parte lo mejor es hacerlo cuando todos duermen. Despierto el viajero, éste espera la rayana del alba para empezar a caminar; nadie asiste a su partida. Luego, más tarde empezarán a echarlo de menos. Le reprocharán por qué lo hizo, buscarán ocultas razones culpables, pero nada será cierto porque no vieron el amanecer que se llevó al caminante. 

Si hubieran madrugado como él tal vez entenderían que en la decisión del viajar está también un secreto sólo cifrado por la presencia de un horizonte que no puede ser abarcado de una sola mirada. 

Hubiera bastado verlo camino de la aurora, en la que empieza a despuntar una luz aún incierta, para saber cuánta esperanza hay en ese viaje, para reconocer que en todo partir se halla oculta la necesidad de nacer de nuevo.

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