domingo, 26 de abril de 2009

RAZONES DEL PARTIR


No todo es viaje. No cualquier desplazamiento es viajero. 
Vamos y venimos a muchos sitios, pero entre tantos movimientos, ¿a cuál llamamos viaje? ¿Al de más distancia, al de mayor costo? Hablaremos nada más que del auténtico viaje. 

Los motivos del partir se reúnen en uno. La sinrazón: hay una llamada inicial que parte ¿de...? La convicción es lo inexplicable para salir de viaje. “¿Por qué quieres viajar?”, le pregunta Gene Tierney a Tyron Power en la película El filo de la navaja, homónima de la novela de Somerset Maugham. “No lo sé, no me lo preguntes”, responde el galán. 

Y efectivamente, las razones auténticas del viajero genuino no están claras. Es una llamada venida desde más adentro, y a la cual, sin embargo, no se puede renunciar sin traicionar algo para lo que no tenemos nombre. Es un jalón súbito e intenso hacia un destino desconocido. Una apelación a cambiar lo sabido por la incertidumbre. 

No se huye, no se va a lo previsto. Se parte y ya está. No es un exilio o una migración, dolosas circunstancias que expresan la imposibilidad de tener un origen, de poder vivir en la tierra que a uno lo vio nacer. 

En un viaje de verdad se vive la propia tierra. Y entonces se marcha. 

Parece paradójico, pero el viajero auténtico es también el mejor amante de su propia tierra. 

Y tal vez sea eso, el amor, en el fondo, el que nos pide que viajemos.

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