martes, 17 de junio de 2008

ODA A MI GENERACIÓN: RECUERDOS Y ARGUMENTOS I

Recuerdos y argumentos (1)
Por Marlene Azor Hernández.

Tengo recuerdos nítidos del impacto de la perestroika en Cuba y del desasosiego que creó en la alta dirección política del país. La perestroika fue demonizada en Cuba, en las palabras del máximo líder: “Y ahora el veneno nos viene del espíritu santo”.

Todos los que habíamos estudiado en la URSS de pronto pasamos a ser estigmatizados. Los que aún estudiaban Ciencias Sociales en aquel país se les hizo regresar lo más pronto posible, sin terminar sus estudios, porque en sus reuniones, los estudiantes, comenzaron a plantear la necesidad de cambios y el cuestionamiento a la rigidez y obsolescencia del sistema que había sido copiado por Cuba casi con puntos y comas.

Lamentablemente hay un equívoco respecto a las fechas históricas. La perestroika comenzó en mayo de 1985 en la exURSS, a pesar de lo cual las autoridades cubanas se empecinaron en que habían comenzado primero. En realidad el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas comenzó con el Tercer Congreso del Parido Comunista cubano en los primeros meses de 1986. Tanto se repitió que los cubanos habíamos empezado primero, que hoy, actores sociales de primera línea de esa época, repiten el equívoco y añaden algo para mí lamentable y es el mérito de la dirección política del país, de tener una previsión “estratégica muy inteligente”.
Yo digo que tal mérito no existe.

Recuerdo que por primera vez en la historia de la Seguridad del Estado, el encargado de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de la Habana se me acercó, se presentó como tal y pidió verme y visitarme en mi casa. Le di la dirección y apareció en mi casa para pedirme con toda naturalidad que necesitaba que yo le informara sobre todos los profesores y estudiantes que escucharan Radio Martí y leyeran Novedades de Moscú, una publicación soviética que tenía una cobertura muy amplia en la Ciudad y que ahora se vendía como pan caliente junto a Sputnik y otras publicaciones soviéticas antes sin salida en los estanquillos de ventas.

Mi sorpresa fue mayor porque detrás de donde se había sentado el “compañero” yo apilaba una montaña de todos los números de Novedades de Moscú. Entonces con una seguridad en la voz pero no en las entrañas, le respondí que si yo debía informar eso, la primera que tenía problemas ideológicos era yo porque con sólo virarse de su asiento constataría que yo los coleccionaba. Se fue y nunca más me molestó. Pero era una señal inequívoca, la lectura de la perestroika por el poder en Cuba, era de un movimiento político tan nefasto como lo había sido históricamente el capitalismo norteamericano.

Nunca sentí como en esos años el entusiasmo civil de amplios círculos de la sociedad cubana por repensar y renovar el sistema de la Isla. En 1987 fue la visita de Mijail Gorbachov, y lo recuerdo como la única de un mandatario extranjero a la Isla que no necesitó ninguna convocatoria. Ni la UJC, ni el Partido, ni el sindicato tuvieron que hacer la presión de siempre para que todos asistiéramos a dar la bienvenida a ese presidente. En la bienvenida por 5ta avenida, vi las caras de los participantes y nunca antes o después sentí en esos rostros la alegría y las esperanzas de cambios, un entusiasmo contagioso y una complicidad de quienes pensaban estar viviendo un momento excepcional en sus vidas.

Luego todos seguimos la visita y los intercambios entre los presidentes por la televisión y se hizo notoria la tensión y tirantez de los encuentros. La dirección política de Cuba tomaba distancia de la perestroika incluso haciéndolo saber en el tono (enojado) y la gestualidad (rompiendo espacios de protocolo) de su presidente en los encuentros televisivos con el visitante. Recuerdo que sentí vergüenza ajena.

En esa época se había efectuado la renovación de algunos funcionarios claves como Carlos Aldana al frente del departamento ideológico del Comité Central del Partido, y Roberto Robaina al frente de la UJC. Los cambios que se pretendían eran cosméticos: convertir a la UJC en una organización festiva, y quitarle su tradicional seriedad sin cambiar ningún contenido. Es verdad que no sé porqué extraña razón la aplicación del socialismo en todos los países ha sido acompañada de una solemnidad declarativa y formal suprahumana y de una falta de sentido del humor insólita. Quizás ese era el principio rector de la nueva política para el cambio de estilo de la organización.

La imagen de su secretario general era paradigmática, un vestuario informal, con prendas en las muñecas y el cuello, el pecho a medio ver, más parecido a la imagen de un salsero que a la de un funcionario. Por su parte Carlos Aldana, presentándose con aires renovadores, terminó acuñando el infeliz término de “ partes blandas” para referirse a todos los sectores intelectuales, supuestamente “flojitos” ideológicamente porque sencillamente intentaban nuevas ideas, nuevas opciones para el trabajo y el hacer intelectual y político del país. El que no coincidiera con el discurso oficial era “blando” per se y eso significaba, desviado, revisionista y finalmente enemigo de la revolución.

Recuerdo una anécdota que me contaron de una reunión presidida entre otros por Soledad Cruz, que los rumores identificaban con ser algo más íntima que un “cuadro de confianza de Aldana”, levantando el fantasma de la perestroika como el enemigo y dijo parafraseando un verso de Silvio Rodríguez “Cuidado que el enemigo está en el jardín” a lo que respondió en voz alta Ramón Fernández Larrea, “no Soledad, en la cama”.
Quizás esa fue la respuesta más contundente que el sector intelectual devolvió al lamentable Aldana con su clasificación de “duros” o “blandos” más propicia del oficio de repostería que de político.

Estas líneas las escribo consciente de mi parcialidad en el análisis. Aunque citaré textos de otros autores cuando lo considere necesario, soy responsable de las tesis que sostengo y ofrezco una visión personal del tema.

Mis tesis son las siguientes:

El movimiento de las artes plásticas en los años 80s en Cuba es el resultado de dos variables fundamentales:

1-Los cambios institucionales que se producen en el Ministerio de Cultura, específicamente en la dirección de las artes plásticas en los inicios de los 80s, y su consecuencia para todas las instituciones, publicaciones, y eventos que se posibilitan en esa área de la creación artística,

2-La influencia de la perestroika en la Isla, y su correlato en la política cubana del Proceso de rectificación de errores y tendencias negativas.

El movimiento de la plástica en los 80s es el último intento revolucionador, orgánico y auténtico de renovar la sociedad cubana sin renunciar a las bases del sistema. Auspiciado desde las instituciones, el movimiento las rebasa y las coloca en crisis. Crisis que desemboca en la diáspora de artistas plásticos, facilitada por el propio poder político cubano en la primera mitad de los años 90s (me refiero a que se les permite salir sin oponer obstáculos)

Del año 80 al 86, el movimiento de las artes plásticas es sobre todo un movimiento de renovación y actualización estético. No tiene la intención de mezclar demandas políticas de renovación social. Sin embargo a partir de 1986 hasta el final de la década, la creación artística está relacionada con las demandas políticas. Una síntesis y a la vez símbolo del ethos de esos años es la instalación de Aldito Menéndez: Revivalarevolu, al pie de la cual se solicitan fondos para culminar la tarea (ambas, la metafórica y la propia instalación) Establecer la variable del cambio institucional en Cuba como esencial para el movimiento de los ochentas es reconocer que en el tipo de sistema que se construye desde 1959, la sociedad se dirige de forma piramidal y que sólo desde el estado, en su nivel central, se controla, se transforma, y se facilita las prácticas sociales incluyendo las artísticas.

Lo anterior no demerita la acción y la intencionalidad que gran parte de la intelectualidad cubana manifestó una vez las puertas entreabiertas. El movimiento con exigencias de cambios irrumpió con fuerza creciente y no sólo desde las artes plásticas aunque sus expresiones más grupales y articuladas se definieron desde ese ámbito. Hoy, recordando esa época me atrevo a decir que la utopía de unir creación artística y renovación social, vanguardias estéticas intelectuales y políticas, más aún, en los mismos actores sociales, fue cierta en la segunda mitad de los años 80s en Cuba, y es un fenómeno inédito en la historia. “El lugar que no existe” estuvo localizado por varios años en la geografía de la más grande de las Antillas.

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