Pero ciertas amigas me pidieron más.
Quieren saber más.
Esta entrevista no lo ayuda mucho a mostrarse.
Creo, sospecho, que la entrevistadora es la culpable.
Pero igual, habla para ustedes Fundora.
Y para ser justa con él, también les traje algo de su puño y letra.
Ernesto Fundora
El Miami de la disciplina civil y de las instituciones que tratan de insuflarle atractivo turístico con eventos internacionales de alto rango (Art Basel, Miami Book Fair), que poco perduran en la memoria colectiva, por su automatismo y escasa frescura. El Miami de las nubes blanquísimas, del cielo nocturno iluminado por el espejeante de los everglades. El Miami de los Estefan, del gordo Molina, de Laura, del enano Sábado Gigante, de Telemundo, Univision y el 41: patéticos y engolosinados del rating, sonámbulos con fiebre del marketing; afanosos en hacernos creer que, como decía Picasso: “la televisón es un mueble” y no la expresion de nigún arte. Alcaldes almidonados y mediáticos que pasean ocultos por express way atascados por coches último modelo. Donde la gente se encapsula para evitar el roce. El aire acondicionado impide que ejerzamos el hábito de piropear a una bella hembra, con fineza y descaro, mientras aguardamos impacientes el cambio de luz en el semáforo. Miami sueña en grande, quiere convertirse en la capital del mundo latino; apenas soñando con subterfugios que le permitan saldar sus deudas: pueblos variopintos unidos por la misma lengua española, confundidos como burros tras la zanahoria del gran mercado -inocentes de la nueva precariedad que embarga la abundancia: pueblos que no saben qué hacer con un pasado excedido en epopeyas y rencores y un presente que llega tarde a la democracia -suplicando a Dios que les conceda la brújula para reorientar ''el canon cívico de la decencia''. Pueblos que intentan negociar su identidad con los modelos estandar de la globalización y “macdonalización”, que engrosan las primeras filas del US army como carne de cañón en guerras -pifias cruentas- que avasallan el rigor de las instituciones internacionales: pueblos gobernados por indignos gobernantes, ladrones inescrupulosos que les han hecho canjear la autoestima, quienes menosprecian la pampa, la selva, el trópico o el páramo y hasta Los Andes y El Cuzco, creyendo hallar la solución del empantanamiento de su destino, entre los cocodrilos de la Florida. Hacia el Norte muchos pierden el norte. ¿Y el Sur? ¿Por qué nadie rema hacia el sur?
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