domingo, 26 de abril de 2009

LA PARTIDA

A mi amiga Mercedes Arce

Nunca se sabe si estamos preparados, pero la partida es siempre una decisión solitaria. No pidamos que nadie la comprenda. 

O se apoya incondicionalmente como amigo del alma o se evita asistir a la despedida. 

Por eso, para el que parte lo mejor es hacerlo cuando todos duermen. Despierto el viajero, éste espera la rayana del alba para empezar a caminar; nadie asiste a su partida. Luego, más tarde empezarán a echarlo de menos. Le reprocharán por qué lo hizo, buscarán ocultas razones culpables, pero nada será cierto porque no vieron el amanecer que se llevó al caminante. 

Si hubieran madrugado como él tal vez entenderían que en la decisión del viajar está también un secreto sólo cifrado por la presencia de un horizonte que no puede ser abarcado de una sola mirada. 

Hubiera bastado verlo camino de la aurora, en la que empieza a despuntar una luz aún incierta, para saber cuánta esperanza hay en ese viaje, para reconocer que en todo partir se halla oculta la necesidad de nacer de nuevo.

ALMODOVAR SE LANZA A LAS SERIES

El oscarizado cineasta español prepara su primera serie de televisión a lo grande, una versión de "Mujeres al borde de un ataque de nervios" producida por FOX.

"Women on the Verge of a Nervous Breakdown", o lo que es lo mismo, "Mujeres al borde de un ataque de nervios". Un filme de 1988 protagonizado por Carmen Maura y Antonio Banderas que dará próximamente el salto a televisión... americana.

Fox TV Studios y el cineasta manchego Pedro Almodóvar se lanzan a producir una serie basada en esta clásica película española. Mimi Schmir, guionista de 'Anatomía de Grey' y 'Shark', está ya trabajando en el guión del piloto, de una hora, cuyo rodaje comenzará próximamente. Schmir y Almodóvar serán los productores ejecutivos de la serie, que se rodará en inglés para el mercado americano pero con vistas a venderla a otros países.

Se trata de la primera vez que Almodóvar se involucra de esta manera en un proyecto de televisión, aunque su productora El Deseo ya había realizado algunos proyectos para televisión como 'Mujeres' para TVE, dirigida por Dunia Ayaso y Félix Sabroso.

Fox TV Studios adquirió la serie atraída por su pedigrí: "Pedro Almodóvar es sin lugar a dudas uno de los mejores directores de nuestros tiempos, y esta película desborda con personajes y relaciones ricas, complejas y divertidas", ha declarado David Madden, vicepresidente ejecutivo de Fox TV Studios al dar a conocer la noticia.

"Sabemos que la marca Almodóvar será de gran atractivo tanto internacionalmente como localmente", añadió.

La guionista Mimi Schmir, declarada admiradora de Almodóvar, aseguró que la serie de "Mujeres al borde de un ataque de nervios" será "un drama suburbano sobre un grupo de mujeres que se llevan conociendo desde hace mucho tiempo, quizá desde el colegio, que están en el ecuador de sus vidas y miran hacia la segunda mitad de su vida".

Schmir ha prometido mucho humor, como en la película, a la que rendirá homenaje manteniendo alguno de sus elementos. El hecho de que Fox produzca la serie no signifca que sea la cadena la que vaya a emitirlo, puesto que la productora tambien trabaja para otros canales. Tendremos más detalles de la serie de Almodóvar en los próximos meses.

"EL PADRINO" OBRA MAESTRA

Por Gabriel Ferrerio

Para el primo Jose, que se lo disfrutará

El fundido a negro con que se cierra la secuencia de la muerte accidental de Apollonia, también es el cierre de la penúltima parte de la película, y la apertura de la última, que comienza en Nueva York, con la reunión de todas las familias mafiosas no solo de esa ciudad, sino de muchas otras del país. La puesta en escena ha sido mil veces imitada: un suave travelling lateral que recoge los rostros de los presentes, y que en su paseo queda entorpecido por los primeros términos (como sombras) de otros actores. En off oímos la voz inconfundible de un restablecido Vito Corleone. La sucesión de travellings (dos hacia la derecha y dos hacia la izquierda) 

termina cuando la cámara se detiene con Vito, teniendo en primer término el escorzo difuso de Philip Tattaglia (un grimoso Victor Rendina).

Varias cosas quedan claras en esta secuencia, con la puesta en escena de Coppola: primero la superioridad mental y de estilo del don sobre todos los presentes, excepto quizá su gran enemigo secreto, Barzini, que oficia como mediador y director de todos. Segundo que Vito quiere que su hijo vuelva y por eso firma la paz, prometiendo no vengarse. Otra cosa es lo que decida hacer Michael. Brando está soberbio, en esta su última gran aparición como don, pues las pocas escenas que le restan ya no oficia como tal. Parece un rey abatido por el cansancio y el dolor, pero aún así majestuoso e imponente. No es de extrañar que se le concediera 

el Oscar al mejor actor (que rechazó), pues aunque el verdadero corazón de la película es Michael (Pacino) Corleone, Brando es su alma.

Tras la breve secuencia en la que el don le asegura a Tom Hagen que el responsable de todo fue Barzini, suena unas notas de Nino Rota que vienen a significar, junto con el elegante encadenado, que ha pasado bastante tiempo. Puede que meses 

desde la famosa reunión. Así lo confirma Michael, que va a buscar a Kay a su lugar de trabajo (impagable la mirada de sorpresa de Diane Keaton). Michael parece otro hombre, mucho más oscuro e introvertido, con un traje negro y un sombrero también negro que dan una idea de su poder recién adquirido. La forma en que Michael convence a Kay, después de varios años sin verse, de que se case con él, da idea de la seguridad en sí 

mismo y de la capacidad para arrastrar a los demás a sus propósitos. A continuación la importante secuencia en la que queda claro que Clemenza y Tessio no cuentan ya para mucho en la familia. Con estas breves secuencias, cada una separada quizá por semanas en su cronología interna, dan idea de que el tiempo en la película se dispara hacia el climax de la venganza.

De esta forma, se condensan muchísimas líneas y partes del libro totalmente innecesarias para contar la historia de Michael Corleone. Pero es necesario cerrar las muchas puertas abiertas, y allanarle el futuro a los Corleone, que regresarán a la cúspide del poder mafioso en Estados Unidos después de una cadena de asesinatos que zanjarán las deudas contraídas. Así mismo, algunos de los muchos problemas futuros de Michael con su propia familia. Sobre todo con sus dos hermanos, pues tanto por la estupidez de Fredo como por la ceguera de Connie, Michael tiene más problemas para controlarles a ellos dos que para mover la residencia familiar de Nueva York a Nevada.

Tres escenas después de ir a buscar a Kay, está casado con ella y tiene un niño pequeño. El tiempo va a toda velocidad cuando tienes un objetivo claro en la vida. Mientras que en el pasado, el dubitativo Michael sentía dilatarse el tiempo en el hospital y en Sicilia, ahora que (quizá contra su más íntima voluntad) se ha convertido en lo que fue su padre, parece también flotar sobre el tiempo, dominarlo mucho mejor. Esto reincide sobre el gran tema coppoliano, por llamarlo de alguna manera: el tiempo. Tiene muchos temas el viejo maestro, los cuales ha ido disgregando por toda su carrera. Pero ninguno de ellos de la importancia de la esclavitud y el control que supone el tiempo. Y es en esa captura del tiempo indefinido, correoso, resbaladizo, en su puesta en escena, en su estrategia más intuitivamente narrativa, donde Coppola alcanza el techo como artista.

La famosa escena, escrita por Robert Towne sin acreditar, de la conversación entre Michael y Vito en el jardín, es una lúcida reflexión visual sobre este tema, así como un discurso impresionante sobre el poder que Welles habría firmado sin dudarlo. No es casualidad que del rostro de Michael, se encadene al final a la muerte del don. El relato se agota, se termina, si bien se le va a conceder a cada cosa su tiempo. Como tampoco es casualidad que el don juegue con su nieto. Los mayores ceden el paso a los jóvenes (y poco podía imaginar a dónde llegaría este nieto suyo en la tercera parte…). La escena, filmada en una tarde e improvisada en su mayor parte, resulta entrañable y sorprendente: el don, el gran manipulador, vuelve a ser un niño antes de pasar a mejor vida.

De alguna forma enigmática, Coppola consigue, en este último segmento de su primera gran obra maestra, capturar pedazos de tiempo aislados, y darles una continuidad, una unidad casi imposible de lograr para otros directores, quizá más interesados en impactar con imágenes más perecederas. Si hasta este punto, Coppola había demostrado una personalidad y una audacia dignas de todo elogio, con el climax, y sobre todo con la preparación de ese climax, el realizador concluye de forma inmejorable esta película. Michael ha diseñado un plan maestro con el que conseguirá, mientras bautiza al primer hijo de su hermana Connie (un bebé que era la recién nacida Sofía Coppola...), liquidar a todos los jefes rivales, saldar cuentas y quedar de nuevo como el jefe de la familia más poderosa de la mafia de Estados Unidos.

Mucho se ha escrito sobre esta secuencia con varias líneas narrativas montadas en paralelo, que es, en justicia, una de las más famosas de la saga. Yo sólo añadiré que si hasta ahora Coppola, en esta última parte del filme, se había esforzado por construir pequeñas cápsulas temporales, en un contínuo muy veloz, de repente el tiempo se estira, se alarga y se condensa. Se ralentiza en una nueva liturgia de la muerte. Comenzamos con una boda bajo la cual se cerraban acuerdos sangrientos, y terminamos con un bautizo durante el cual se ejecutan a media docena de personas. Coppola va exprimiendo la tensión hasta que se desata una violencia infernal. Y una ironía cruel recorre la secuencia: “Michael, ¿renuncias a Satanás?”, pregunta el cura. Con detalles salvajes para la época: el disparo en el ojo (una bolsa de sangre oculta en las gafas), muy bien mezcladas con el rostro impasible de Pacino.

Las venganzas contra Tessio y Carlo, después de la orgía de sangre, apenas sorprenden, pero dan fe de la recién estrenada gelidez moral de Michael. No hay perdón, no hay sentimientos con los traidores (salvo para Tom, magnífica su última mirada a Tessio a través de las ventanas). En el caso de Carlo, la crueldad es tan refinada que corta la respiración: después de hacer saber a Carlo que sabe de su traición, le engaña con un falso perdón, para finalmente hacer que Clemenza le estrangule. La transformación de Michael es completa. ¿Quién podía imaginar, viendo al afable héroe de guerra del comienzo, que podría ser capaz de las atrocidades finales del relato? Pero peor aún, le miente a su mujer, en el peor final (dramáticamente hablando…) concebible para esta historia, que de manera acorde con el estilo sobrio que se impone desde el principio, termina con una puerta cerrándose para la mujer blanca privilegiada, que ha comprendido el límite, terrible, de sus privilegios.

Hasta aquí hemos llegado con el análisis a esta obra clave del cine contemporáneo, perfecta síntesis entre cine de autor y cine comercial de estudio. Esperamos haber aportado nuestro granito de arena a este primer capítulo, aunque mi análisis a la carrera de este gran hombre de cine (¿el más grande vivo?) por supuesto continúa. ¿Cuántas entradas me llevará completarlo?

RAZONES DEL PARTIR


No todo es viaje. No cualquier desplazamiento es viajero. 
Vamos y venimos a muchos sitios, pero entre tantos movimientos, ¿a cuál llamamos viaje? ¿Al de más distancia, al de mayor costo? Hablaremos nada más que del auténtico viaje. 

Los motivos del partir se reúnen en uno. La sinrazón: hay una llamada inicial que parte ¿de...? La convicción es lo inexplicable para salir de viaje. “¿Por qué quieres viajar?”, le pregunta Gene Tierney a Tyron Power en la película El filo de la navaja, homónima de la novela de Somerset Maugham. “No lo sé, no me lo preguntes”, responde el galán. 

Y efectivamente, las razones auténticas del viajero genuino no están claras. Es una llamada venida desde más adentro, y a la cual, sin embargo, no se puede renunciar sin traicionar algo para lo que no tenemos nombre. Es un jalón súbito e intenso hacia un destino desconocido. Una apelación a cambiar lo sabido por la incertidumbre. 

No se huye, no se va a lo previsto. Se parte y ya está. No es un exilio o una migración, dolosas circunstancias que expresan la imposibilidad de tener un origen, de poder vivir en la tierra que a uno lo vio nacer. 

En un viaje de verdad se vive la propia tierra. Y entonces se marcha. 

Parece paradójico, pero el viajero auténtico es también el mejor amante de su propia tierra. 

Y tal vez sea eso, el amor, en el fondo, el que nos pide que viajemos.

"VIAJERO" Ay amor! Bola de nieve

Bueno, viajero
evidentemente me conoces de otro lugar que no es este.
De cualquier modo te agradezco mucho el pedido. No sé si fue a rumbo o también has querido tú enviar un mensaje cifrado en el Bola. Ojalá y llegue a buen destino, a buena hora y con buen sabor.... a tí.
No puedo dejar de decir que las fotos del "video" son bellas.
LaVeitía

"VIAJERO" PARA TÍ: Bola de Nieve- "Vete de mí"

sábado, 25 de abril de 2009

DONDE ANDARÁN

Pablo Milnés
y yo... claro

CINE CUBANO

jueves, 23 de abril de 2009

HANNA MONTANA Y LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

Del icono del marketing a las cuestiones por el ser humano

Durante estos días, se exhibe por nuestro país Miley Ray Cyrus, conocida entre el público adolescente como Hannah Montana. Es difícil no toparse con ella: navegando por internet, leyendo el periódico o digiriendo el telediario. Lo más probable es que antes o después nos cuenten algo de este nuevo producto televisivo, artefacto de los cálculos mercadotécnicos. Algunas de las imágenes son abrumadoras:adolescente de 16 años acosada por miles de fans allá donde va. Si nos remitimos a la etimoología, la palabra adolescencia guarda cierta familiaridad con el adolecer. Se trata de unperiodo de carencias. Algo que los “hacedores” de Hannah han invertido: han creado una chavala que se presenta ante su público como un icono, un ídolo al que imitar y seguir. Ninguna estrella adolescete es adolescente, y esta no es una excepción: la imagen pública transmite seguridad, equilibrio emocional, madurez e incluso ciertos valores morales. La publi y el disney logra que los adolescestes persigan y adoren a un modelo que psicológicamente vive en las antípodas de lo que ellos experimentan. Pero no es esta la única lección “antropológica” que podemos extraer del reclamo de la industria cultural.

Una de las grandes preguntas de la historia de la filosofía, y núcleo central de la antropología, se formula con pocas palabras: ¿Qué es el hombre? El interrogante se me venía a la cabeza el otro día, mientras las noticias mostraban en la tele a una de esas muchedumbres entusiasmadas ante su ídolo juvenil. Se podría recuperar cierta forma de investigación platónica: ¿Qué tienen en común Hannah Montana y un adolescente encerrado en un centro de menores? ¿Hay algo que compartan y podamos señalar como “esencia” o “naturaleza” humana? Podemos recuperar igualmente la distinción entre naturaleza y cultura: ¿La actriz que interpreta al icono adolescente cuenta, “por naturaleza”, con atributos que le confieren cierto liderazgo o vivimos en una sociedad que procesa y gestiona ciertos adolescentes para transformarlos en referentes de la moda, la música o el cine? El ser humano como problema filosófico, una “materia prima” maleable, moldeable según gustos, intereses y necesidades. De Hannah Montana a las favelas de Brasil: ¿Qué tipo de continuidad existe entre todos los seres humanos?

No faltarán quienes consideran impertinentes las preguntas anteriores. Total, la filosofía es materia prescindible e incluso molesta. Frente a estas actitudes, me parece que son completamente legítimas e implican un giro en las cuestiones antropológicas. Quizás lo relevante no es lo que somos sino lo que nos hacen ser. Idea que en cierta forma entronca con el existencialismo y también, por qué no, con la crítica del poder: el ser humano no es, no existe de ninguna manera al margen de los mecanismos que en cada sociedad le otorgan un ser, le dan una existencia particular y concreta. No es lo que somos, es aquello en lo que nos convierten o intentan convertirnos. La mera posibilidad teórica de que la adolescente Cyrus hubiera nacido en Brasil nos plantea un horizonte vital muy distintoal que le ha correspondido como hija de un actor y cantante de segunda fila en la sociedad norteamericana. La naturaleza nos da un ser que es modelado por la cultura, la economía, la sociedad y la política: esa es la continuidad que hay desde Hannah Montana a los niños de la calle. ¿Y la libertad? ¿Y lo que queremos ser? En cierta forma, cada uno dispone de la libertad que su sociedad le permite. Nacer en ciertos sitios y épocas abre más posibilidades que hacerlo en otras coordenadas. En esto consiste nuestro ser y nuestro devenir. Y mientras, millones de adolescentes en todo el mundo consumen su icono particular. Sin darse cuenta, de que también así les están construyendo a ellos.

miércoles, 22 de abril de 2009

LAS TARDES DE LA ESCUELA

Desde la Habana, por Julio Mitjans

Facebook, solo pronunciarlo me da gusto, por aquello de la fonética, que cuando uno se ha metido más de la mitad de la vida hallándole el ritmo y sonido justo a los versos, le sucede que se sorprende sopesando a las palabras por cómo se escuchan, por su valor fónico. 

La queja que recorre y da sentido Al libro  de los caras la comprendo y la comparto. Entonces me gustaría hacer lo que no se puede hacer allí, pensar, escribir, dialogar, echar una conversada como buen cubano que soy.
 
Empresaria diciendo que lo del idioma no me asusta, esos cambios y guiños que se dan en el ciberespacio son expresión de otras cosas más preocupantes. Hábitos perdidos, conocimientos no adquiridos, en fin.

Y qué pasa en Cuba con nuestro idioma? Son las dos de la tarde y en otro tiempo a esta hora yo hacia en segundo y tercer grado ejercicios de caligrafía, para alcanzar un buen trazo a la hora de escribir. Esos eran ejercicios obligatorios.

Las auxiliares pedagógicas eran las encargadas de vigilar su acometimiento,  y creánme. Mi caligrafía es gracias a ese sistema de habilidades, trazos repetidos una y otra vez, sin descanso, durante una hora cada tarde, entre los siete y los nueve años. 

Ahora, en nombre de una velocidad que no logro entender se educa con prisa, como si mañana fuese ayer. El niño pasa horas sentado frente el televisor, recibiendo una educación pasiva en la que apenas participa.

Recuerdo que en las tardes hacíamos competencias de habilidades complementarias y necesarias. Yo se caracterizar, hallar semejanzas, jerarquizar, comparar desde tercer grado. Aparendí  todas esas habilidades en aquellos encuentros de conocimientos que no eran más que juegos. Eso fue desicivo para el desarrollo de mi memoria, y para acostumbrarme a enfrentar tareas en grupos.
 
La pedagogía en Cuba que antes fue un punto de referencia para toda Latinoamérica hoy se derrumba hacia su aniquilación. Se prentende que sistemas complejos de conocimeintos se aprendan en tiempo record. Se confunde información con  pedagogía. Si esto sucede aquí, que dejaríamos para otras realidades en las que la educación no es la aspiración fundamental. 


Es duro aprender, como es difícil hacerse entender. De eso se trata.

Sí el otro comprende que sabes, es porque lograste comunicar ese conocimiento. Eso se aprende en la escuela en las tardes en que el verano infinito nos rodea.
julio mitjans    

martes, 21 de abril de 2009

LA VIOLENCIA ES LA CLAVE DEL CINE

Gabriel Ferreiro

Recientemente, en uno de esos debates que tanto me gusta iniciar por la sola intención de hablar de algo más que de pósters, tráilers y blockbusters basados en famosos cómics, alguien comentó algo en torno a la violencia en el cine, un tema que a lo largo de los años, hasta la actualidad (y lo que te rondaré, morena), siempre ha estado en boca de todos, y que es empleado, de cuando en cuando, por los medios de comunicación de forma asquerosamente manipuladora e ignorante. Pero es lo que hay en estos tiempos de bienpensantes y de bienintencionados que, a mi modo de ver, no tienen mucha idea de cómo funciona el ser humano ni de para qué sirve el arte.

Vayamos al grano y cojamos al toro por los cuernos, argumentando una idea que ya dejé más o menos esbozada en aquella locura de texto en torno a‘300’: no existen gran arte, esto es, un arte importante, que sobreviva al tiempo, sin violencia, sin una investigación sincera y valiente de por qué el hombre es esta criatura ambivalente y terrible, incapaz de madurar sin dolor y sin sufrimiento. De la capacidad del artista para introducir la violencia, o simplemente para entenderla, depende, por ejemplo, encontrarse ante una buena película o una película que no valga la pena. Así de sencillo. Me explico.

Quizá lo mejor sería también dejar claro qué es violencia para el que suscribe esta entrada. Porque si acudimos a la RAE lo que aparece es lo siguiente: 
violencia.

(Del lat. violentĭa).

1. f. Cualidad de violento.

2. f. Acción y efecto de violentar o violentarse.

3. f. Acción violenta o contra el natural modo de proceder.

4. f. Acción de violar a una mujer.

Pero esto seguramente les sepa a poco a la mayoría, a mí incluido. Yo creo que lo que entendemos todos por violencia en realidad es una concepción muy reduccionista de ella. Porque supongo que estaremos de acuerdo en que la violencia es algo más que ríos de sangre y de casquería fina. Eso, más bien, es grafismo gore. Morbo (que a veces comparto, todo sea dicho…) por presenciar la destrucción del cuerpo humano, su fragilidad material. Pero violentarme, lo cierto es que no me violenta nada, la mayoría de las veces. Puede impresionarme por su salvajismo o asquearme, o provocarme rechazo, pero para que me violenten algo más tiene que suceder en la pantalla.

Estoy por afirmar que la violencia es imprescindible para crear una buena película. Ahora bien, cualquiera le dice algo como esto a un profesor de comunicación audiovisual, o a un periodista de espectáculos, y se te queda mirando como si acabaras de llegar de marte. Pero es que el arte ha de provocar una intensa conmoción emocional, ese milagro que tan raras veces ocurre y que tanto tiene que ver con violentarse, con despertarse de un estado de modorra intelectual en el que se acepta lo que hay. Por eso quizá el arte ha de ser incómodo, desagradable por naturaleza, aunque sólo sea a un nivel muy sutil.

A mi modo de ver, el arte comienza y termina con el hombre corriente, o con el ser humano en toda su complejidad y en su terrible dualidad. Si esto es así (y creo fervientemente que es así), es imposible crear arte sin dar testimonio de la oscura violencia que le define. Porque en sí misma la violencia no es buena ni mala, es y nada más. El sexo, incluso el más cariñoso, es violento. El nacimiento de un bebé es violento. La violencia no es oscura o malvada. Es el hombre el que puede ser oscuro y malvado. Ni más ni menos. Está en nuestra naturaleza desatar la violencia de nuestro interior, pero también darle una forma creativa o destructiva. Quizás esa sea la línea que separa a los dos grandes grupos de personas: los que crean (¿artistas, o personas creativas?) con la violencia, y los que destruyen con ella.

Haciendo memoria conozco pocas secuencias más violentas en toda la historia del cine que aquella en la que George Bailey (inolvidable James Stewart) golpea a su amigo Bert (fordiano, como siempre, Ward Bond) después de que su mujer huya de él porque ni siquiera le reconoce, en la que quizá sea una de las más hermosas películas que he visto jamás, ‘It’s a Wonderful Life’He de reconocer que cada vez que veo este momento doy un respingo involuntario en mi asiento. Me siento literalmente como si fuera yo el que golpease a ese personaje, y no sólo eso, siento la culpa de haberlo hecho y la ceguera de la locura que embarga a George Bailey. El drama de esa película (no olvidemos que dram en griego significa acción) está tan bien formalizado, es tan intenso, que la violencia te purifica.

Me parece el mejor ejemplo para argumentar que la violencia en el arte ejerce, cuando es un arte elevado e importante, de catarsis emocional, de liberación. Por eso quizá es tan importante que el artista sea tan honesto, tan sincero. De lo contrario la catarsis puede convertirse en justificación de la violencia, en espectáculo de ella, tal como sucede en la deleznable ‘La naranja mecánica’, que con la excusa de hablar sobre la violencia termina haciendo un show insufrible y divertido con ella. Si a lo largo de la historia el cine se ha enfrentado con ese problema, y ha tenido en figuras importantísimas del cinematógrafo como Akira Kurosawa u otros artistas, a personas capaces de hablar de ello y de mostrarlo de forma cruenta pero lúcida, es porque el cine está en disposición de no entregarse al morbo por el morbo, como algunos creen, y a tratar temas resbaladizos con dignidad.

Pero volveremos al tema una y otra vez, y los medios de comunicación encontrarán a sus cabezas de turco, como el ínclito Quentin Tarantino, quien una vez dijo, a tenor de una protesta de algún periodista sobre la violencia de sus películas, que haría la película más violenta de todos los tiempos algún día. ¿Cuánto nos apostamos a que sale alguien con el tema antes y durante el estreno en cines de ‘Inglourious Basterds’? Pero ya pasó con el estreno de ‘Bonnie & Clyde’, con la que Arthur Penn escandalizó a su época en cuanto al tratamiento de la violencia en el cine. No sólo había muchos tiros en aquella secuencia, sino un salvajismo psicológico lleno de desesperación. Y es que la violencia física depende de la psicológica, más aún en un mundo globalizado donde encendemos la televisión y vemos incontables muertes en genocidios de medio mundo, para después servirnos una cerveza.

“No hay nada moral o inmoral en el arte, un artista puede expresarlo todo”, decía Oscar Wilde. Sin duda para el Kubrick de ‘La naranja mecánica’ o para el Gibson de ‘La pasión de Cristo’, esto significa que pueden inundarnos de violencia sin sentido y encima vanagloriarse de lo valientes que son. Pero en mi opinión, aquel gran artista quería decir que el arte no es un medio ideológico (algo de lo podríamos hablar en otra entrada), ni de mensaje anti o pro violencia. La belleza anda por otro lado, y a lo mejor para llegar a ella no hay más remedio que mostrar lo terrible, por que en lo terrible anda en cerrado lo bello, y lo bello en lo terrible.

Pero pensemos, ya para terminar, en el cuento de caperucita. Repasémoslo, pero sin el lobo. Caperucita iba a ver a su abuelita, y para eso escogió el camino del bosque, siguió andando y…siguió andando, y después siguió andando y…bueno pues al final llegó a casa de su abuelita, y juntas se comieron las galletas que le había hecho su madre. ¿A quién le importa ese cuento sino aparece el lobo, es decir, la violencia, la tensión? De hecho, queremos que aparezca el lobo. ¿Cómo íbamos sino a aprender que hay que tener cuidado cuando vas solo por un bosque sombrío?

NO BASTA CON GANAR LA GUERRA

Refiriéndose a una ley que confirma el papel secundario y esclavizado de las mujeres en Afganistán, Obama comentó: “Creo que es una ley aberrante. Con toda seguridad, mi gobierno comunicará al presidente Karzai nuestra opinión al respecto”.

Y añadió: “Deseamos hacer todo lo posible para suscitar y promover el imperio de la Ley, los derechos humanos, la educación de las mujeres y las niñas en Afganistán, el desarrollo económico y la mejora de las infraestructuras”. 

Luego matizó: “Pero también quiero que la gente entienda que la razón principal de nuestra presencia allí es la de destruir a Al Qaeda para que no pueda atacar a los miembros de la Alianza”.

No es preciso leer entre líneas para advertir que, con tal de ganar una guerra que hoy es la principal preocupación militar de la OTAN y de Estados Unidos, puede convenir en algunos casos cerrar los ojos ante ciertos aspectos, como la ineludible crítica a una ley que parece dictada por el régimen talibán derribado por las armas occidentales en 2001. 

La citada ley establece que una mujer chiíta solo puede salir de su casa “para una finalidad legítima”, aunque no se aclara cuál pueda ser ésta. También obliga a que “salvo si la mujer se encuentra enferma, deberá dar una respuesta positiva a los deseos sexuales de su marido”. Otros aspectos relacionados con el divorcio, la custodia de los hijos y el matrimonio son legislados con un claro menosprecio por las mujeres.

Es muy probable que Karzai percibiera una señal de alarma al conocer las declaraciones del secretario general de la OTAN en el diario The New York Times. En ellas, aludía a la paradoja de que la Alianza Atlántica haya desplegado en Afganistán un contingente militar de hombres y mujeres que luchan por el pueblo afgano, mientras que en éste las mujeres son discriminadas por una ley dictada ex profeso.

Karzai tampoco desea aparecer a los ojos de Occidente como un extremista islámico, ha paralizado la ley citada y ha prometido revisarla. Por otro lado, dice que lo hará “en consultas estrechas con los clérigos del país”, lo que no resulta un procedimiento muy democrático. Para quitar importancia al asunto, desde los círculos próximos a Karzai se insiste en que esa legislación sólo es aplicable a la población chiíta, que constituye un 10% del total, lo que también revela el poco aprecio de los derechos humanos que tienen algunos dirigentes afganos.

Está claro que algo ha cambiado en el orden de prioridades. Ya no se trata tanto de extender la democracia, el respeto a los derechos humanos y las costumbres civilizadas a un pueblo, como de concentrar los esfuerzos para destruir a un enemigo que se está mostrando más duro que lo que inicialmente se estimaba. Y cuyos éxitos, prolongados en el tiempo aunque de importancia no resolutiva, están empañando la imagen de la OTAN en su sexagésimo aniversario.

La Historia muestra situaciones en las que, al recurrir a la guerra para alcanzar ciertos objetivos, se produce un fenómeno de transposición, y los objetivos, a menudo, son relegados a un segundo plano, pues la victoria militar se convierte en primera prioridad. Ésta establece su propia dinámica y las necesidades militares suelen acabar imponiendo sus criterios sobre los objetivos políticos.

No es imposible que Al Qaeda sea derrotada en Afganistán en un plazo razonable, si la estrategia militar aplicada es eficaz y se complementa armónicamente con los planes económicos, políticos y sociales de desarrollo, lo que todavía está por ver. Pero una victoria de la OTAN en ese país no garantizará que el terrorismo islámico no se reproduzca en cualquier otro, incluso en versiones más violentas y peligrosas. ¿Habría que reanudar entonces todo el proceso, partiendo nuevamente de cero?

La victoria aliada en la Primera Guerra Mundial plantó las semillas de la Segunda. Concluida ésta, solo la audaz iniciativa política francoalemana, el germen de la futura Unión Europea, impidió que el ciclo se repitiera. La demencial “guerra contra el terror” sólo podrá encontrar un fin definitivo si se instrumentan fórmulas innovadoras con medios distintos a los militares, desde nuevas perspectivas aborden la resolución de los viejos problemas. Ni siquiera Obama parece decidido a emprender este camino.

La fuente:  Alberto Piris es general de Artillería en la Reserva del Ejército español. Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS).

PREMIOS PULITZER

por SOITU:ES
El diario The New York Times ganó ayer cinco premios Pulitzer de periodismo en la 93 edición de los galardones, que suma a los 96 que ya tenía, lo que le convierte en el medio con más distinciones. Consulta los trabajos reconocidos este año.

The New York Times

Otros medios


ESPAÑA Y LA CULTURA WALLPAPER* SUBVENCIONADA

El debate sobre la necesidad de la acción política para promover "la cultura" y el papel de las subvenciones está bastante vivo en España, En los últimos tiempos es frecuente escuchar a políticos "subvencionadores" y agentes culturales "subvencionados" defender este tipo de políticas por el efecto económico multiplicador que presentan (y a otros agentes, culturales o no, pedir un redireccionamiento de los fondos públicos hacia sus sectores). No es extraño que el debate resurja con fuerza con cada cambio de gobierno y con la publicación periódica de indicadores de todo tipo que no dejan en muy buen lugar la eficacia de la mayoría de acciones. 

Convendría ir un poco más allá y preguntarse a quién benefician estas políticas. Sobre todo por que una segunda línea de defensa justifica las subvenciones como una forma de asegurar que exista una producción cultural que pueda llegar a la mayor parte de la población y no solo a las elites, normalmente identificadas con los sectores más privilegiados por su capacidad económica. Por supuesto los productos culturales son enormemente diversos y se destinan a públicos de todo tipo; de hecho buena parte de este debate se genera alrededor del cine y posiblemente sea éste uno de los sectores culturales más populares. Pero las mismas políticas se aplican en muchas ciudades españolas para producciones culturales más elitistas y por tanto minoritarias. Palacios de la Opera, Teatros o Ballets Nacionales, Museos de Arte Contemporáneo, ... justifican su existencia con visitas que en buena medida realizan las elites locales y los turistas.

No pretendo aquí discutir si las subvenciones son o no necesarias o apropiadas ni si su oportunidad debe relacionarse con la cantidad de público. Pero si debería al menos tenerse en cuenta el perfil de usuario para evitar perversidades políticamente correctas como las que creo suceden en muchas de nuestras ciudades medias y pequeñas. ¿Quiénes forman parte de esas elites locales?

No existe ciudad en España, casi independientemente de su tamaño, que no desee parecerse a las ciudades globales que, como explica Saskia Sassen, son las grandes megalópolis como Nueva York, Tokio o Londres donde habita una clase alta global cosmopolita y nómada. Estos son los públicos, además de los turistas, que permiten en esas ciudades ciertas producciones y ofertas culturales. Por supuesto, son los grandes consumidores de productos de lujo, entre los que podríamos incluir una parte de la cultura que también consumen ávidamente; podríamos definirlos como la "clase Wallpaper*" por la revistaque mejor explica sus exquisitos intereses y gustos que van desde la moda o el diseño a la arquitectura, la ópera o diferentes manifestaciones artísticas.

Es discutible si Madrid o Barcelona pertenecen a este selecto grupo de ciudades globales, mucho más si Valencia, Sevilla, Zaragoza o Bilbao pueden de algún modo incorporarse al vagón de cola de las urbes globales. O más bien, es discutible si las genuinas "clases Wallpaper*" españolas alcanzan la masa crítica necesaria para el mantenimiento de una "cultura de lujo" (que no de una cultura del lujo, algo que si está demostrado).

Pero si es seguro que en el resto de ciudades españolas, las ciudades intemedias, no existen, o son muy reducidas, estas clases altas verdaderamente globales. Esta elite es sustituida por una parte de las "clases altas" y "medias-altas" que tratan de vivir también, a su modo, una "cultura Wallpaper*" local basada en el consumo de productos culturales financiados por las instituciones públicas y para-públicas de todo tipo (como muchas fundaciones o cajas de ahorros). Los gestores culturales, trabajando bajo esas directrices políticas, prefieren adquirir productos de consumo cultural que les den una aparente legitimidad global, aunque estén totalmente desconectados de los intereses de sus vecinos y de la mayor parte de públicos potenciales, que trabajar en producciones más discretas y humildes pero con un verdadero potencial transformador en lo local, tanto cualitativa como cuantitativamente.

El acceso a la cultura es en estos casos un argumento falaz que esconde otros objetivos y donde se dan la mano los intereses políticos y los de esas pseudo-elites locales privilegiadas. Mientras, el debate continua alrededor de las "culturas nacionales", las descargas, la piratería y otras formas de desviar lo atención de lo realmente importante y de la incapacidad de gobernar en beneficio de la mayoría.

Wallpaper* revista dedicada al diseño interior, moda, arte y estilo de vida


jueves, 16 de abril de 2009

Ana y Víctor - No sé por qué te quiero

Para mi querido tamaño Conte
beso con

CINE LATINOAMERICANO: EL FRASCO TRAILER promocional

SINOPSIS
Juan es conductor de autobús de larga distancia y Romina es profesora en Villa Ana, una de las localidades por las que el vehículo pasa diariamente. Ambos se sienten atraídos pero ninguno se atreve a dar el primer paso, hasta que un día ella le encarga que entregue en la clínica un paquete muy especial, un frasco. El frasco se convertirá en el hilo conductor de una historia romántica entre dos personajes solitarios con dificultades para el amor.


COMENTARIO
Pocos días después de ganar los premios a Mejor Actriz para Leticia Bredice, Mejor guión y Mejor Película según el Público en 15ª Mostra de Cine Latinoamericano de Lleida, se estrena la última película del argentino Alberto Lecchi. La undécima película del cineasta, que ya estuvo a competición en el Festival de la Seminci, se trata de un drama romántico con toques de comedia escrito por Pablo Solarz acerca de dos personas cuyas vidas toman un nuevo rumbo a partir de la ruptura de un frasco. "Más que una comedia se trata de una película tierna y agradable que cuenta la historia de dos seres especiales con mucha dificultad de comunicación que necesitan un nexo para poder decirse lo que quieren y concretar la situación que desean", reconoce Lecchi. La película tiene participación española en la producción y el protagonista masculino es un viejo conocido del cine español como Darío Grandinetti (Hable con ella). Su pareja, Leticia Bredice, ha trabajado en lo último de Francis Ford Coppola.

CURIOSIDADES
Aunque la fiebre que hubo en torno a la comedia romántica argentina parece haber remitido por los estrenos que nos llegan, en Argentina se siguen produciendo a buen ritmo. Cuando se estrenó El frasco, coincidió precisamente con dos películas encuadradas en el mismo género como Un novio para mi mujer y Motivos para no enamorarse. 

miércoles, 15 de abril de 2009

SAN ISIDRO NO SOLO TUVO A YARINI

Musulungu and Company
Antonio Conte
Para Iddia Tamaña
Originalmente aparecido en emilioichikawa blog
Musulungo Suárez tenía un negocio de comida a domicilio (tren de cantina) en Virtudes entre Águila y Amistad, un caserón paquidérmico en el segundo piso de un edificio de cuatro, construido en 1916 por la compañía Cascada Sur.

Musulungo trabajó como ayudante principal del chef del restaurante El Cantón, en la calle Zulueta, hasta que decidió montar su tienda. Llevaba dos años en el giro, y entre él (cocinero), Mawí (pinche, socio y amigo), Willy y Mayito (repartidores del condumio), no daban abasto para satisfacer la demanda de los jamaliches del barrio.

Musulungo era un mulato de seis pies, sonrisa franca y fama de putero; algo amanerado pero “hombre a tó”, como decía cuando algún equivocado quería inventar a su costa, listo a romperle la jeta. Mawí era un blanco decente, como se decía entonces, alto como su jefe, buen tipo con melena de león tanzano. Llevaban cinco años compartiendo el mismo techo, pero en cuartos separados, primero en un apartamento de Consulado y Colón, frente a la panadería El Diorama, luego en la casa de las cantinas. Aunque a Musu se le veía con cierta frecuencia en el prostíbulo de María la Sevillana, en la Habana Vieja, ni a él ni a Mawi se le conocían mujeres oficiales. En el barrio rodaba la bola de que el cocinero era el bujarrón de Mawí, lo que nunca se comprobó. Los deliverys Chiqui y Mapache estaban exentos de los murmullos que matan, y la maledicencia, esa deformación profesional que los cubanos llevamos adentro, y que hasta hoy mantiene al país encueros y comiendo de lo que pica el guanajo mañana, tarde y noche.

Cantina se decía a una estructura simple, compuesta por unas varillas de aluminio, de apenas 25 centímetros de largo, donde se ensartaban, por la parte interior cuatro o cinco tarecos cilíndricos también de aluminio. En ellos se sirven el arroz, los frijoles, de cualquier estirpe, el fuerte del día: carne asada, tasajo, pollo, masas de puerco, y en el otro las viandas o vegetales. En el último el postre, cascos de guayaba, natilla con canela. La última minicazuela se tapa a presión, se saca la agarradera y a repartir cantinas se ha dicho. La orquesta Aragón, siempre a la viva, le cantó:
Ya llegó la cantina, / a que tú no me adivinas lo que viene arriba, / a qué tú no me adivinas lo que viene abajo, / a qué tú no me adivinas lo que tiene la cantina, /a que tú no me adivinas dónde está el tasajo.

La cantina de Musulungo costaba 80 kilos. Si alguien se afiliaba por una semana, debía abonar 3.50. A las cinco de la mañana, dos veces por semana, Musu llegaba a la Plaza del Vapor en un pisicorre Ford del 48. Compraba pollos, carne, verduras, pescado, mientras Mawí organizaba los féferes para que el maestro lo tuviera todo listo cuando llegara. La hora pico del negocio era de 12 a una de la tarde. Cada mensajero ganaba un peso diario que cobraban al final de la faena. Para la época, y trabajando apenas dos horas, se daban por bien servidos.

Pero no era la cantina de Musulungo la única del barrio. En La Habana andaban pululas junto a las frituras de bacalao, por lo que la competencia era de agárrame la mandolina. La cantina de Enrique, en Crespo y Bernal, se jactaba de una clientela selecta en el corazón del puterío: adelaidas de plumaje y cabelleras azules, rojas, violetas, y mujeres de la vida (¿quién habrá inventado eso?). Dos cuadras más arriba, en Colón e Industria, la cantina de Flora era famosa por su carne asada y el fufú de plátano. En Trocadero y Blanco, Juana Cutara por su rabo encendido, la fabada y el arroz con pollo.

Los precios andaban por ahí, 50, 60, 70 kilos. Los chinos eran fuertes a la hora de la jamazón. Las fondas se presentaban como competidoras de average. Mamparas, manteles de guinga, donde por 1.25 salía uno con la panza llena hasta la noche, y si se llevaba en la mano una lata de chorizos El Miño y se daba una vuelta por la cocina, por veinticinco centavos se volvía a casa con el recipiente lleno de frijoles, arroz, carne, y un burujón de plátanos maduros. A esa choricera le llamaban globo.

La ciudad se movía entre fondas y trenes de lavado, cantinas, obreros y comerciantes. No había una esquina donde no se levantara una bodega de gallego que le fiaba a Villegas y a todo el que llegaba. Y las carbonerías, refugio de los españoles más escachados. Y ni hablar de las carnicerías, las quincallas y el pan de piquitos caliente a toda hora. Un mundo de atracciones bajo un solo techo, con el condimento necesario de puñaladas, robos, broncas callejeras y a domicilio, y las vidrieras de apuntación en cada recodo donde resplandecían los banqueros más importantes de la ciudad: la China, Campanario, Castillo.

En su edición del 24 de septiembre de 1954, el periódico El Mundo, que estaba a una cuadra de la casa de Musulungo, publicó la noticia en la página amarilla, a cuatro columnas, con una foto del mulato y la fachada del edificio donde vivía.

Asesinan a cocinero en circunstancias oscuras
El cadáver de Musulungo Suárez, dueño de un tren de cantinas en Virtudes y Águila, fue encontrado ayer, a las cuatro de la madrugada, por dos mujeres, a un costado de la Lonja del Comercio. El hombre estaba sin camisa y con tres heridas de cuchillo en el sitio del corazón. María la Sevillana, matrona de un prostíbulo de la calle San Isidro, declaró: “Musu salió de mi negocio a las 3, caminando derechito, después de dos horas de julepe con Carmita Panetela”. El socio del comerciante, conocido por Mawí, denunció a las dos de la mañana, en la primera estación de policía de Dragones, que Musulungo no había ido a dormir, algo que no acostumbraba, y que fueran al bayú de la Sevillana, que su socio solía frecuentar. Unos metros más allá, junto al portón de la iglesia de San Francisco, encontraron un pisicorre marca Ford, que la policía identificó como el auto de Musulungo. Al cierre de esta información la policía investiga los motivos del asesinato.

Nunca se supo qué pasó. Mawí salió pitando de la casa, que ocuparon desde entonces dos tías de Musulungo que llegaron de Mayarí Arriba, cada una con tres hijos. El negocio se fue al carajo, y los clientes se afiliaron al tren de Enrique unos, y al de Cuca Cutara otros. En el barrio se comentó la muerte de Musulungo durante una semana. A la siguiente, el olvido se ocupó de cerrarle los ojos por segunda vez.